Las elecciones en Cataluña complican a Sánchez: Junts y ERC más exigentes
Aragonès convoca elecciones en Cataluña para el 12 de mayo y la guerra política entre Junts y ERC acabará por afectar a un Pedro Sánchez cuyo Gobierno pende de una total inestabilidad.
Un buen movimiento de Pere Aragonés, el president de la Generalitat, que ha hecho retumbar los cimientos de La Moncloa. El próximo 12 de mayo los catalanes están llamados a las urnas y entre sus papeletas encontrarán -posiblemente- el nombre de un Carles Puigdemont que no podrá recoger su acta de diputado al seguir fugado de la justicia española, al no dar tiempo de aplicar la Ley de Amnistía, y a un Salvador Illa, líder del PSC, cercado por un caso Koldo que para mediados de mayo aún seguirá de actualidad: se le recordará que, presuntamente, desde el ministerio del que él era el titular, el de Sanidad, se compró material sanitario a la trama de corrupción. En suma, muchas explicaciones le exigen desde la oposición al exministro.
De ahora en adelante, abrimos paso a la que, temen en el PSOE, se convierta -desde ya- en una feroz precampaña entre Junts y ERC, claros adversarios políticos en Cataluña, por ver quién es el más independentista y ganar, así, el apoyo de un electorado -en parte- compartido en sus aspiraciones soberanistas. Y Pedro Sánchez está en medio de esta frenética batalla. Si ya le fue complicado, hasta ahora, al presidente del Gobierno negociar con ERC y, especialmente, con Junts, la inestabilidad del Ejecutivo se multiplicará, todo indica, exponencialmente.
La Ley de Amnistía no llega a tiempo
Una de las principales metas que perseguía Junts con la Ley de la Amnistía, no lo ocultaban ni en público ni en privado, era no solo conseguir el retorno del president exiliado, Carles Puigdemont, sino que, además, con el perdón "integral" que se pudiera llegar a presentar a las elecciones catalanas.
Pero las cuentas no dan. Y las ansias de una Amnistía cuanto antes, ya no tiene sentido para Junts. Más bien al contrario, ahora toca exprimir -todavía más- al presidente del Gobierno y mostrar los triunfos ante el electorado independentista. ¿Se acabará aprobando este jueves la Ley de Amnistía en el Congreso? La duda ya ha surgido. La imprevisibilidad de los de Puigdemont debe hacer pensar a los moradores de La Moncloa lo peor: que vuelvan a votar que no en la Cámara Baja no está del todo descartado tras la convocatoria electoral anunciada por Pere Aragonés.
En cualquier caso, los problemas a Pedro Sánchez, y las elecciones en Cataluña son uno más, no paran de acumulársele. En suma, la Ley de Amnistía y el vía crucis que deberá sortear en el Senado -en el que el PP lo retrasará todo-, en el Supremo -el juez LLarena deberá o archivar la causa a Puigdemont o presentar una cuestión prejudicial ante el TJUE- y la Comisión Europea -que determinará si respeta las normas comunitarias-; la debacle socialista en los comicios del 18 de febrero en Galicia que ha ratificado la sustantiva pérdida de apoyos del PSOE en una suerte de plebiscito Sánchez-Feijóo articulado, en un error garrafal, por La Moncloa; la trama de corrupción del caso Koldo que día a día está cercando, incluso, a prominentes cargos del Gobierno; los múltiples avisos de Junts de que la consecución de unos nuevos Presupuestos vendrá aparejado a nuevas exigencias al margen de la Amnistía y más ahora en plena precampaña; las elecciones en el País Vasco; y, por si fuera poco, unas elecciones europeas en junio, en las que votará todo el censo electoral -como en unas generales-, evidenciarán, todo indica, un nuevo cataclismo electoral sin paliativos para el PSOE.
De conseguir salir indemne el presidente del Gobierno de todos estos obstáculos, podrá, desde luego, reeditar su célebre Manual de Resistencia. Pero se asemeja difícil.