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Sánchez no tira la toalla de la legislatura y prepara un nuevo as bajo la manga

Tras la sorpresa en Moncloa por el cambio de guión en Cataluña, el presidente ha trasladado a su entorno que aspira a “hacer de la necesidad virtud”, una vez más

El presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez.

El presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez.

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Con la Ley de Amnistía aprobada en el Congreso y a la espera de su retorno del Senado dentro de un par de meses, para volver a ser ratificada, la montaña rusa en que se ha convertido la actualidad política española sigue dando vueltas en los pasillos del Parlamento.

Los cálculos en las filas socialistas no cesan: la Ley de Amnistía puede quedar aprobada definitivamente en el Congreso de los Diputados apenas dos semanas después de la celebración de las elecciones catalanas, el próximo 12 de mayo. Esos comicios son los que, en realidad, han dolido a Pedro Sánchez.

Según fuentes del PSC, el mismo miércoles, día que se rechazaron las cuentas públicas catalanas, el entorno de Pedro Sánchez instó a su vicepresidenta, Yolanda Díaz, a llamar a los Comunes y tratar de “poner orden” y sosiego. Pero la llamada realizada no surtió ningún efecto.

Según fuentes socialistas, el adelanto electoral en Cataluña no entraba en sus planes, aunque puntualizan que, pese a que la convocatoria anunciada por el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, les ha pillado por sorpresa, Sánchez “es capaz de darle la vuelta al tablero una y otra vez”. En todo caso, el presidente aspira a “hacer de la necesidad virtud”, una vez más.


En la parroquia socialista no se explican cómo los Comunes, socios de la vicepresidenta Yolanda Díaz, fueron capaces de votar contra los presupuestos catalanes, cuando en años anteriores dieron su apoyo a las cuentas públicas del entonces president Quim Torra, que incluían el proyecto turístico y hotelero Hard Rock, que ha sido, oficialmente, el motivo por el que se niegan ahora a apoyarlos.

Pero lo que más escuece entre las filas socialistas, tanto en Cataluña como en el entorno monclovita, es, por un lado, lo que consideran una “vendetta” de la ex alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, de quien dicen que ha querido pasar factura a los socialistas, que no la han metido en el Gobierno municipal de Barcelona, pese a sus insistentes reclamaciones.


Sánchez, de espaldas, este jueves en el Pleno junto a Santos Cerdán y Patxi López.


Según fuentes del PSC, el mismo miércoles, día que se rechazaron las cuentas públicas catalanas, el entorno de Pedro Sánchez instó a su vicepresidenta, Yolanda Díaz, a llamar a los Comunes y tratar de “poner orden” y sosiego. Pero la llamada realizada no surtió ningún efecto.

Así las cosas, ayer, los nombres Colau y Díaz se susurraban entre dientes, de boca en boca en el Grupo Socialista, la una por su “mal perder” y la otra por su “incapacidad” de poner firmes a sus socios en el espacio Sumar, que ha dividido y hasta quebrado la supuesta unidad de la izquierda en Cataluña.

Moncloa cree que es mejor poner las cartas boca arriba ver los apoyos y la fuerza de unos y otros y tomar decisiones y aunar voluntades. La de Sánchez, según las fuentes consultadas, no pasa por finiquitar esta legislatura.

Para Pere Aragonés no había reproche, de los socialistas, puesto que lo consideraban víctima de las presiones tanto del inhabilitado Oriol Junqueras, como de Marta Rovira, que no están dispuestos a ponerles las cosas fáciles a Carles Puigdemont, que aspira a volver a presentarse a las elecciones catalanas y, según como le vaya, quién sabe si también a las europeas de junio.

El caso es que hace apenas 48 horas, la dirección socialista confiaba en que la legislatura catalana se alargaría al menos hasta finales de este año. Pero la patada al tablero de los Comunes, sumada al afán de ERC por pillar con el pie cambiado a sus otrora socios y ahora enemigos íntimos de Junts, igual que al líder de los socialistas catalanes, Salvador Illa, arrojaba otro giro de guión no solo en la política catalana, sino en la española.


Visto lo visto, Pedro Sánchez ha dado órdenes de paralizar las negociaciones para los Presupuestos Generales del Estado, pero aprovechar las tareas realizadas hasta ahora para retomar las mesas de trabajo tras los comicios catalanes y ponerse con las cuentas de 2025.

Y su entorno comenta que, llegados a este punto, su jefe ha dicho que, puestos a tener que ir arrastrando los pies en cada negociación parlamentaria, intentando templar gaitas entre los intereses y rivalidades de Junts y ERC, es mejor poner las cartas boca arriba ver los apoyos y la fuerza de unos y otros y tomar decisiones y aunar voluntades. La suya, según estas mismas fuentes, no pasa por finiquitar esta legislatura.

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