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Sánchez contempla la repetición de las catalanas y hasta el “colorín colorado”

Ganador Salvador Illa pero sin posibilidad de convertirse en "president", los socialistas, según fuentes de la dirección del PSOE, no contemplan la posibilidad de permitir gobernar a otro.

Sánchez, este jueves en su visita "sorpresa" al Valle de los Caídos nada más llegar de Oriente Medio.

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Es la última opción, pero la hoja de ruta de Pedro Sánchez contempla ya un posible adelanto de las elecciones generales a finales de este año o principios de 2025. El motivo de este cambio en las previsiones del presidente del Gobierno no es sino la onda expansiva o la repercusión que pueden tener las elecciones catalanas en la política nacional.

Con encuestas en la mano, Sánchez y su círculo más próximo prevén, cada vez con más argumentos, la posibilidad de que tras el 12 de mayo los resultados que arrojen las urnas en Cataluña no permitan investir presidente y, por tanto, formar Gobierno.


Los vetos cruzados existentes, la rivalidad entre los dos partidos independentistas, y la supuesta conjura para que nadie que no pertenezca al independentismo se alce como presidente de la Generalitat complican las opciones del que, según los sondeos que manejan en la sede socialista, va a ser el vencedor de las elecciones: Salvador Illa.

La consecuencia inmediata de un pacto entre ERC y PSC sería la reacción de Puigdemont, que perfectamente podría con los 7 votos que controla en el Congreso provocar un final abrupto de la legislatura o lo que Jordi Turull definió en su día con un amenazante “colorín colorado”

Vencedor, pero sin posibilidad de convertirse en presidente, los socialistas -según fuentes de la dirección del PSOE- no contemplan la posibilidad de permitir gobernar a otro partido, en este caso del independentismo, con los votos del PSC.


Salvador Illa y Pedro Sánchez en el reciente congreso del PSC.


Si esto fuera tal y como creen los gurús que acompañan a Sánchez, aproximadamente en otoño los catalanes tendrían que volver a las urnas para intentar forzar un desbloqueo. Sin embargo, consultadas estas mismas fuentes, nadie confía en que una repetición electoral conduzca a un escenario de ganadores y perdedores claro pero sí a un hartazgo del electorado que obligue a que haya algún entendimiento entre la clase política catalana.

En este caso, salvo sorpresa y con las aproximaciones de porcentajes que manejan en la sede socialista, la alianza más razonable sería la que uniría en un gobierno de coalición a PSC y ERC.

Con encuestas en la mano, Sánchez y su círculo más próximo prevén cada vez con más argumentos, la posibilidad de que, tras el 12 de mayo, los resultados que arrojen las urnas en Cataluña no permitan investir presidente y, por tanto, formar Gobierno.

Aseguran los socialistas que, en todo caso, habría que respetar que el presidente fuese el más votado (obviamente los cálculos del entorno de Sánchez solo contemplan el escenario de que el ex ministro Illa sea el vencedor de las elecciones y el futuro presidente del Gobierno). En los cálculos de los estrategas del PSOE no entra la posibilidad de que se firme pacto alguno entre ERC y Junts, según asegura uno de los que susurran al oído de Pedro Sánchez, “porque ellos luchan por la hegemonía dentro del independentismo e, incluso, por su supervivencia”.


En todo caso la opción sería, una vez más, alcanzar un acuerdo desde las izquierdas, entre el PSC y ERC. Pendientes eso sí de si puede haber entendimiento de nuevo con los Comunes de Ada Colau, cuyas expectativas electorales se han visto resentidas según marcan los sondeos que manejan en el PSC y teniendo en cuenta que las relaciones entre ERC y los Comunes -que nunca fueron idílicas- se han visto seriamente dañadas tras el veto de los de Colau a los Presupuestos catalanes. Movimiento que provocó la reacción inmediata del presidente Pere Aragonés y la convocatoria de las elecciones para el próximo 12 de mayo.

En este escenario, que ya se baraja en los observatorios monclovitas, la consecuencia inmediata de un eventual pacto entre ERC y PSC sería la reacción de Junts, de Carles Puigdemont, que perfectamente podría, con los 7 votos que controla en el Congreso de los Diputados, provocar un final abrupto de la legislatura o lo que el dirigente de Junts, Jordi Turull, definió en su día con un amenazante “colorín colorado”.