La muerte de Ardanza tumba la estrategia de Otegi y desenmascara a Sánchez
El recuerdo de la clase política a legado del presidente vasco fallecido este lunes hunde el blanqueo impulsado por Moncloa para garantizarse un socio más que fiel. Porque devuelve su pasado
Nadie duda en el País Vasco que para al menos dos generaciones de vascos el recientemente fallecido Jose Antonio Ardanza ha sido el lendakari más apreciado y querido. Porque fue en su mandato, el más longevo entre 1985 y 1999, cuando ETA puso en marcha su estrategia de tierra quemada y su brazo político Herri Batasuna ejerció su doble papel de señalador del enemigo y de cómplice imprescindible de los pistoleros y portadores de las bombas lapa.
Es precisamente esta negra historia, que tanto combatió y sufrió Ardanza, la que Bildu está tratando de esconder en estos días de campaña electoral con la complicidad de un PSOE que juega a vender su apoyo tras los comicios al mejor postor, ya sea el PNV, ya sea Bildu.
La histórica foto del Pacto de Ajuria Enea que aisló a Herri Batasuna y mostró unidad a ETA
En estas horas, esa estrategia de blanqueo ha saltado por los aires. Porque la desaparición de Ardanza supone , en realidad, la reaparición de los fantasmas del pasado.
Prueba de ello, en medio de la catarata de reacciones, evocaciones a los pactos de Ajuria Enea y al liderazgo de Ardanza en aquellos terroríficos días del secuestro de Miguel Ángel Blanco, es el lacónico y gélido tweet de Arnaldo Otegi limitándose a expresar su pésame a la familia del lendakari fallecido sin evocación a su liderazgo frente al terrorismo.
Calcado, por cierto, al de su candidato, Peio Otxandiano. Porque ni a Otegi ni a Sánchez le conviene que Ardanza siga vivo el resto de la campaña.