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Chantaje emocional de Sánchez: si nos investigan, me voy

El presidente, bajo una apariencia de victimismo, busca animar a la muchachada socialista a que linche a los periodistas y jueces que osan investigar a su esposa

Sánchez en el Congreso.

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Pedro Sánchez amaga con dimitir por el ataque “por tierra, mar y aire” que recibe su esposa mediático y judicial. Cospedal no tenía pareja acosada. Ni Soraya. Ni la infanta Cristina. Ni la Reina Sofía. Ni Susana Díaz. Ni María Gámez. Ni Esperanza Aguirre. Ni Ayuso. Ni Matas... El elenco es interminable. No hay personaje político en España cuyo cónyuge no haya sido escudriñado por periodistas de investigación de diarios de todo signo.

El problema es sencillamente ése: Sánchez, que controla todo, no entiende que un juez se escape a su influencia o subvención. No es Puigdemont. No tiene nada que negociar. Ni es un diario famélico. Ni un fiscal obediente.

El mensaje de Sánchez es simple: si investigan a mi esposa, me voy. Pero no es un anuncio de dimisión. Es una arenga a que la muchachada se revuelva contra la jauría mediática y judicial que osa tratarlo como a un político más, como a un ciudadano más.

Su respuesta en el Congreso dibuja que cree lawfare la actuación judicial contra su esposa. “En un día como hoy, a pesar de todo, creo en la justicia”. ¿Es un mal día para creer en la justicia el día en que un juez abre diligencias para ver si lo publicado en prensa, y no replicado, es constitutivo de delito por parte de su esposa? Sería un mal día para la justicia española si un juez inadmitiera una denuncia contra la esposa presidencial sin investigarla. Estaríamos en Venezuela.

Y el problema es sencillamente ése: Sánchez, que controla todo, no entiende que un juez se escape a su influencia o subvención. No es Puigdemont. No tiene nada que negociar. Ni es un diario famélico. Ni un fiscal obediente.

De ahí la gravedad de su lagrimeo en x: ¿Vais a consentir que me vaya sin que nadie pare la investigación sobre mi esposa? Y esto lo proclama un líder que hacia bromas sobre la inspección fiscal al novio de Ayuso. Pero, claro, Ayuso no quiere a su novio. Es distinto.

Sánchez quiere desdibujar una denuncia por boca de EL PAIS diciendo que carece de pruebas. No bastan las actas de adjudicación con puntuaciones norcoreanas (10 puntos de 10) al sponsor de su esposa. Ni las cartas de recomendación de Begoña Gómez.

Y, por supuesto, la manada mediática socialista descubre que Miguel Bernad, el denunciante, es de extrema derecha. Horror. No lo era cuando publicaba en EL PAIS decenas de acusaciones contra la infanta Cristina, Urdangarín y cargos del PP.

Somos muchos los periodistas que hemos informado sobre la segunda dama. Pero sólo dos diarios hemos sido citados a testificar, ESdiario y El Confidencial. Con cero bulos. Algo muy malo o muy bueno hemos hecho. Nuestro trabajo. Bajo los límites de la ley y de la veracidad.