La estrategia de Sánchez para comerse a sus socios: Podemos, Sumar y ERC
Pablo Iglesias, Irene Montero, Yolanda Díaz y Oriol Junqueras son víctimas de su coalición de facto con el ‘sanchismo’. Cayeron en la misma trampa y ninguno ha reaccionado a tiempo
El pez grande se come al chico. Ese refrán se le puede aplicar perfectamente al PSOE y sus socios, devorados por el ‘sanchismo’. Se puede afirmar que acercarse a Sánchez no es buen negocio. Lo más curioso es que van cayendo uno tras otro en la misma trampa y ninguno parece percatarse del peligro hasta que ya es tarde. Para los socialistas la jugada es redonda: absorben votos a la izquierda que compensan su caída por el centro.
El primero en caer fue Podemos, del que solo quedan los rescoldos. El PSOE tras varios traspiés electorales de los morados le dio el tiro de gracia con la ley del solo sí es sí, de la que Sánchez se alejó, dejando la responsabilidad del monumental fiasco a Irene Montero. Decidió en ese momento aupar a Yolanda Díaz y dejar en la estacada a Podemos.
La paradoja es que ahora el que está siguiendo los mismos pasos de Podemos es su heredero, Sumar. La coalición encabezada por Yolanda Díaz ha entrado en picado tras las elecciones en Galicia, País Vasco y Cataluña y desde el PSOE le han puesto la proa. La ven como el próximo caladero de votos y van a por ella.
"Ni agua", es la consigna. Tanto es así que los últimos datos de empleo y afiliación a la Seguridad Social sirvieron para que el Gobierno sacara pecho… sin su ministra de Trabajo, la líder de Sumar. Moncloa sacó a la ministra Elma Saiz e ignoró a Yolanda Díaz.
La ‘podemización’ del PSOE
La estrategia de Sánchez para ir menguando a Podemos y Sumar ha sido la misma: ‘podemizar’ al PSOE. De hecho es algo que el propio presidente del Gobierno y líder socialista ha reconocido a sus barones, preocupados por el ascenso de Podemos primero y Sumar después.
En este sentido, Pedro Sánchez ha ido girando su discurso a la izquierda, asumiendo términos de Podemos y Sumar como "el Gobierno de la gente" o la lucha contra los "poderosos". Incluso ha hecho suyas propuestas de estos partidos como, por ejemplo, el impuesto a los bancos y a las grandes empresas de energía por sus "beneficios caídos del cielo".
La estrategia le ha dado resultado. Tanto es así que en Cataluña ha repetido la misma fórmula, adaptada a las características de aquella comunidad. Es decir, si en toda España el debate es izquierda/derecha, en Cataluña la dualidad está entre independentistas y constitucionalistas.
Por eso allí el PSOE ha decidido parecerse mucho a sus socios independentistas asumiendo buena parte de su retótica y muchos de sus postulados: "desjudicilaizar el conflicto" con una ley de amnistía es el ejemplo más evidente. Pero hay muchos más: el PSOE se ha plegado a negociar sobre el pacto fiscal y sobre el "reconocimiento nacional" de Cataluña, además de la cesión de las competencias de inmigración o los Cercanías.
El resultado se ha visto en las elecciones catalanas: ERC, el verdadero socio de Sánchez, hundido y en crisis total. Sólo Junts ha salvado la cara. No es casual que Puigdemont se perciba como el político que más cara le ha plantado a Sánchez y más caro le ha vendido sus votos.
El caso de Bildu
Hay quien podría pensar que Bildu rompe esa teoría de que el que se acerca a Sánchez acaba destruido. Sin embargo parece evidente que son casos incomparables. Bildu ha apoyado a Sánchez a escala nacional, pero a escala regional, en el ámbito de actuación de la formación abertzale, es el PSOE es que ha dado su apoyo a los de Otegi. Sin ir más lejos les ha dado la Alcaldia de Pamplona. Por eso no caen sino todo lo contrario, crecen.
Lo más curioso es que no hay reacción por parte de los socios destruidos por Sánchez. Ni Podemos ni Sumar ni ERC parecen dispuestos a dar un volantazo a la situación. Siguen por el mismo camino a pesar de que les ha llevado al precipicio.