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La “década prodigiosa” de Felipe y los dos boicots que le persiguen y amenazan

Zarzuela traslada la satisfacción general del equipo del Monarca para la tarea cumplida. Saneada la Institución, consolidada la sucesión y sorteadas las trampas que se ha encontrado.

El Rey Felipe VI durante la clausura del XXV curso de Estado Mayor de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas.

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Cuando hace 10 años Felipe VI se coronó Rey de España tras la abdicación de Juan Carlos I, el único objetivo del nuevo Jefe del Estado era salvar la Corona. Porque la Monarquía se había convertido en un socavón inquietante en la credibilidad de las instituciones y en el peor momento: con el boom de Podemos como partido dedicado casi en exclusiva a dinamitar el modelo de Estado salido de la Transición del 78.

Este miércoles de junio de 2024, sin embargo, los retos del Rey Felipe son bien distintos toda vez que la Corona ha sido saneada de arriba abajo, separada la familia del Monarca de la Familia Real, dotado de total transparencia el Palacio de la Zarzuela, y renovados los equipos en la persona simbólica del nuevo jefe de la Casa, Camilo Villarino.

Sánchez ha ninguneado al Rey en numerosas ocasiones con desplantes o errores descomunales de protocolo que han acabado siempre en la misma sensación: que el Jefe del Estado y el presidente del Gobierno están al mismo nivel.

Pero, sobre todo, garantizada la continuidad de la Institución con la formación y la valoración ciudadana de la Princesa Leonor “viento en popa a toda vela”. Sin embargo, este décimo aniversario de la coronación pilla atrapado a Felipe VI entre dos problemas sobrevenidos durante su reinado: Cataluña y Pedro Sánchez.

El momento histórico del que este miércoles se cumplen 10 años. Felipe VI, nuevo Rey.

Desde su histórico discurso del 3 de 0ctubre, destacado este miércoles en todos los medios, el Rey se ha convertido en el enemigo público número uno del independentismo. Persona non grata para Carles Puigdemont.

Más que su persona en sí, por lo que representa: la unidad de la Nación dentro de su diversidad y pluralidad y la garantía del actual modelo constitucional, de la legalidad vigente y del principio de separación de poderes. Pero el gran problema que afronta Felipe VI diez años después de ceñirse la Corona de su odre tiene nombre y apellidos: Pedro Sánchez Perez-Castejón.

El sanchismo en Moncloa ha sido una constante piedra en el zapato de Zarzuela. Porque el PSOE de Sánchez no ha querido o no ha podido frenar en seco las embestidas de sus socios, las humillaciones e insultos en sede parlamentaria y la campaña de descrédito generalizado de la Monarquía.

Pero no solo eso. Pedro Sánchez ha ninguneado al Rey en numerosas ocasiones con desplantes o errores descomunales de protocolo que han acabado siempre en la misma sensación: que el Jefe del Estado y el presidente del Gobierno están al mismo nivel. Incluso cercenando el aplaudido e histórico papel del Rey en la política exterior.

Sumado a caos político, al deterioro institucional a los bloqueos electorales, se puede decir que Felipe VI se ha visto obligado a madurar empujado por todas las circunstancias adversas imaginables.

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