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Sánchez a la desesperada: Ayuso, Alvise y elecciones en otoño

Los casos Koldo, Begoña y el enredo de su hermano siguen creciendo. Por eso intenta debilitar a la oposición y encontrar una ventana para convocarnos a las urnas.

Sánchez busca un resquicio para convocar elecciones en otoño

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Pedro Sánchez necesita convocar elecciones, pero no puede hacerlo. Lo necesita porque la situación del Gobierno es de parálisis total y porque varios casos de presunta corrupción que le acechan crecen sin parar y le complican la existencia. No puede hacerlo porque las elecciones europeas le han demostrado que perdería el poder. El PSOE logra salvar los muebles, pero es a costa de sus socios de Sumar y Podemos, reducidos a la mínima expresión, y de los independentistas catalanes que pierden apoyos a chorro. Frankenstein no suma lo suficiente.

Por eso la maquinaria de La Moncloa se ha puesto en marcha con una estrategia que busca debilitar y dividir al PP y a la oposición. Si le sale bien, es posible que vea una rendija abierta para, a la vuelta del verano, convocar elecciones en el momento menos malo, antes de que el Caso Koldo, el Caso Begoña y el caso de su hermano, el músico millonario, le acaben devorando; antes de que Puigemont, con una ley de amnistía que naufraga, termine de enfadarse por completo y pueda hacer alguna maniobra que acabe con él de la misma manera en la que entró.

Esa estrategia consiste, por un lado, en debilitar internamente al PP y, por otro, en dividir el voto a la derecha. Para el primer objetivo, Sánchez alimenta el falso fantasma de la pugna dentro del PP por el liderato entre Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso. Con la ayuda del equipo nacional de opinión sincronizada amplifica supuestos desencuentros entre ambos que no existen.

La medalla impuesta al presidente de Argentina, Javier Milei, por Ayuso es el último capítulo de esa desinformación. TVE ha llegado incluso a manipular un sonido ambiente en la Puerta del Sol transformando los gritos de apoyo de la multitud a Milei y Ayuso en abucheos. Todos los medios afines al poder han amplificado el asunto, poniendo el acento en un desencuentro interno entre Sol y Génova que no ha existido, más allá de que Ayuso y Feijóo tienen personalidades y formas diferentes. Pero ambos tienen claro quién es el líder del partido y cuál es el objetivo primordial y urgente: echar a Sánchez.

En ese mismo sentido utiliza el Gobierno la renovación del CGPJ, amplificando un supuesto malestar interno en el PP, con una batalla entre los que estarían a favor de alcanzar un acuerdo y los que se opondrían con rotundidad.

Da la impresión de que Sánchez utiliza la máxima atribuida al emperador romano Julio César: “Divide y vencerás”. Y la aplica al pie de la letra porque esa estrategia de división no solo afecta al PP, también a la derecha del PP. El líder socialista quiere una oposición fragmentada: un Vox fuerte frente al PP y una escisión en Vox llamada Alvise Pérez y su Se acabó la fiesta.

De ahí que Sánchez lleve semanas alimentando a Alvise. No paró de nombrarlo en la campaña electoral para las europeas y no deja de hacerlo en cuanto tiene oportunidad de hacerlo. Que se hable de Alvise para que a Vox le surja competencia dentro de su propio electorado natural. En las elecciones al Parlamento Europeo no le salió mal.

Si Sánchez logra estos objetivos, quizás vea una oportunidad para convocar elecciones este próximo otoño. Es cierto que llueve mucho y que no parece el mejor momento, pero es que se avecina tormenta fuerte con Koldo, Begoña y Pugidemont en el horizonte y es probable que quiera convocar elecciones bajo la lluvia, antes de que comiencen los truenos y los rayos.

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