Europarlamento
Irene Montero se estrena con ridículo en el Parlamento Europeo: derrota 61 a 562
“Hola a todas, todos y todes”, se ha estrenado la eurodiputada en el Europarlamento entre risas de los parlamentarios con su clásico “miedo a los fascistas” y cayendo derrotada por 500 votos ante la popular Roberta Metsola
“Hola a todas, todos y todes”, con estas palabras se estrenaba la ex ministra de Igualdad y nueva eurodiputada de Podemos, Irene Montero, en el Parlamento Europeo, con su clásico argumentario de calificar a todo el mundo que no comulgue con ella de fascista. La dirigente podemita era de las primeras en hablar al haber presentado su candidatura como presidenta del Europarlamento como representante del grupo The Left -la izquierda radical-, pero además de las risillas y murmullos que ha provocado su discurso con el “todes” antigramatical incluido, ha cosechado un estrepitoso fracaso.
En concreto, Irene Montero perdió la votación por 61 votos a su favor frente a los 562 que ha cosechado la otra candidata, Roberta Metsola, del PP europeo. Nada más y nada menos que 500 votos de diferencia. El resto de grupos de la Eurocámara no han presentado candidato al ser seguro el triunfo de la maltesa Metsola tras un acuerdo de los populares y socialistas, pero la izquierda radical ha puesto en escena a la dirigente de Podemos para llevarse sus minutos de protagonismo, otra cosa es que eso haya sido positivo para ella.
La ex ministra de Igualdad sólo ha logrado reunir los 46 de su grupo político The Left más otros 15 sueltos. Poca capacidad de convicción ha tenido Irene Montero para atraer voto a su candidatura que no sea de los socialistas, populares y liberales que apoyaban a Metsola. La izquierda justificaba la candidatura de la dirigente de Podemos en demostrar que “no hay unanimidad”, pero tras ver que sólo ha logrado 61 votos a 561 parece que la jugada no les ha salido muy bien.
Irene Montero ha dedicado a la Eurocámara un discurso en su línea, hablando de que “a los fascistas se les para a la izquierda garantizando derechos a los trabajadores” y pidiendo “la desmilitarización de Europa”. Además, ha sacado otro de sus clásicos, el antisemitismo, exigiendo que “la Unión Europea rompa relaciones con el genocida de Netanyahu igual que ha hecho con el criminal de Putin”, igualando los casos de Israel y Palestina. En definitiva, la ex ministra ya ha tenido sus cinco minutos de caso, demostrando que cambiará su trabajo, y su sueldo -ahora mucho más suculento- pero no su tónica de dar lecciones.