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Cataluña

Las 4 preguntas que debe contestar Pedro Sánchez sobre la llegada, discurso y huida de Puigdemont

No resulta creíble que el prófugo pueda burlar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado sin la complicidad o, como mínimo, la incompetencia del Gobierno. Hay que exigir la asunción de responsabilidades políticas

Carles Puigdemont interviene en un acto de bienvenidaEuropa Press

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El Gobierno debe dar muchas explicaciones sobre la reaparición del prófugo Carles Puigdemont en España este jueves y su posterior huida. Pedro Sánchez, como máximo responsable, no ha sido capaz de cumplir con su promesa de “cumplir y hacer cumplir la ley”. Prometió en campaña electoral traer al prófugo ante la justicia española y ha terminado pactando con él en el extranjero, comprándole los votos para su investidura y permitiendo que burle a la policía, a la justicia y, en consecuencia, a España y a los españoles.

Pedro Sánchez debe explicaciones urgentes a lo que ha sucedido. Tiene que contestar al menos cuatro preguntas que a estas horas no tienen respuesta y, las que se pueden imaginar, son terribles. Por acción u omisión hay una clara responsabilidad política del Gobierno

¿Desde cuándo estaba Puigdemont en España y desde qué momento se conocía su paradero?

Parece complicado pensar que el CNI, la Policía Nacional, la Guardia Civil o los Mossos no tenían localizado al líder de Junts desde antes de entrar en España y en todo momento desde que puso un pie en nuestro país. Si no es así estamos ante una negligencia de la que alguien debería asumir responsabilidades políticas. Existe una orden judicial de detención y cualquier funcionario policial debe proceder a detener a Puigdemont en el momento que se ponga a su alcance. El Gobierno debe poner todo su empeño en que eso suceda. “Cumplir y hacer cumplir la ley”, es la obligación de Pedro Sánchez.

¿Cómo es posible que llegara al mitin delante del Parlamento catalán y se fuera de allí sin ser detenido?

Suponiendo que nadie supiera el paradero de Puigdemont desde su llegada a España, se han difundido imágenes del prófugo caminando tranquilamente por las calles de Barcelona rumbo al Parlament catalán este jueves. Es muy difícil creer que tampoco en esos momentos las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado no tuvieran controlado al político. Cualquiera podría pensar que había órdenes políticas de no detenerlo.

Se le ha permitido llegar al Parlament, subirse a un escenario y dar un discurso televisado para toda España por la televisión pública. Un presunto delincuente danto un mitin a sus anchas. Difícil de entender y justificar salvo desde la complacencia o complicidad del Gobierno. Allí, explican los Mossos, ante la multitud era muy difícil detenerlo sin causar desórdenes públicos graves. Muy discutible, pero en todo caso, eso no justifica que una vez fuera del mitin, unos cientos de metros más allá, no fuera detenido.

¿Cómo es posible que se le haya perdido la pista una vez terminado su mitin?

Asumiendo -y ay es mucho- que el lugar para detener a Puigdemont no era en las proximidades del Parlament debido a la presencia de muchos partidarios, no cabe en cabeza humana que los Mossos, cualquier otro cuerpo policial o el CNI hayan sido incapaces de seguir al prófugo. No resulta creíble que le hayan perdido la pista salvo que hayan preferido perderla por orden política. De hecho, se ha detenido a un agente de los Mossos propietario del vehículo en el que se marchó Puigdemont.

¿Hay intención de detener a Puigdemont o la ‘operación jaula’ es parte de un teatrillo?

Llegó a España sin ser detenido. Se paseó por las calles de Barcelona tan campante. Dio un mitin. Se marchó de allí sin ser molestado. Desapareció. Hubo mil ocasiones de arrestarlo y, ¿tenemos que creer los ciudadanos que una Operación Jaula es la manera de localizarlo? Mas bien parece una escenificación, un teatrillo para que creamos que se le quiere detener. No resulta creíble.

Todas estas preguntas y muchas más son las que debe responder el Gobierno de manera urgente y asumir la responsabilidad política que le toca, principalmente la del ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska. Es complicado esperar que haga alguna de las dos cosas, pero es exigible. Pedro Sánchez, por acción u omisión, ha sometido a España a una nueva humillación por parte de su socio Carles Puigdemont. Su obligación es cumplir y hacer cumplir la ley. Este jueves, otra vez, la ha incumplido.