Cataluña
Moncloa toca el pito: sólo felicitar a Illa e ignorar a Puigdemont… pero el bochorno se desborda
El Gobierno y el PSOE mantienen un silencio sepulcral ante el nuevo show y fuga del catalán y reciben la orden de minimizar vendiendo el triunfo de llegar a la Generalitat, pero algunos alertan de “un ridículo histórico” que no podrán tapar
El sanchismo volvió a actuar ante el regreso y nueva fuga de Carles Puigdemont como mejor saber hacer: haciendo de sanchismo. Ordeno y mando desde Moncloa y todos actuando como cacatúas del discurso oficial sin que nadie se salga del guion. Ni siquiera el locuaz Óscar Puente, que puso un tuit sobre el prófugo y lo borró al momento. La estrategia esta vez era sencilla: morderse la lengua, callar, parecer mudos pasara lo que pasara mientras España era el ridículo internacional. Y luego felicitar a Salvador Illa como si no hubiera sucedido nada.
Y efectivamente, así cumplió el sanchismo la consigna empezando por el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, siguiendo por los ministros -incluyendo a Yolanda Díaz y al sector Sumar- y continuando por diputados, opinadores del equipo de opinión sanchista y palmeros varios. Pedro Sánchez mantuvo un silencio absoluto todo el día aprovechando que en pleno menos de agosto ni él ni ningún ministro tenía agenda y así que evitaban dar la cara públicamente. Ni siquiera el presidente puso un comentario para felicitar las dos medallas de bronce en piragüismo, algo habitual en el resto de medallas. Silencio total.
Al final del día, Pedro Sánchez hablaba y mandaba una felicitación a Salvador Illa. Y a continuación todo el sanchismo detrás. De Carles Puigdemont, ni palabra. No existe. Pero el PSOE no puede evitar el elefante en la habitación, aquello de lo que nadie quiere hablar pero que todos saben que está ahí y nadie puede evitar mirar. El sanchismo, ignorando y minimizando, quiere transmitir que el prófugo es pasado y que su show no ha evitado la investidura de Salvador Illa. Pero insistimos, el elefante en la habitación es demasiado grande y algunos creen que no podrán tapar “el ridículo histórico”.
El PSOE ahora quiere colocar el argumento de que no ha pasado nada. Que el circo se queda en eso, en circo. Que no ha habido ningún problema con la seguridad. Que Puigdemont es sólo personaje pintoresco. Pero hay una cosa que no pueden cambiar: que el Gobierno sigue dependiendo de sus siete votos. Que el prófugo catalán sigue teniendo el mando para apretar el botón rojo y volar la legislatura cuando quiera. Y eso no es pasado como pretende Pedro Sánchez, es más presente que nunca.