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Puigdemont confirma donde está tras su huida: "Nunca he tenido voluntad de entregarme"

En un extenso comunicado en su cuenta de X, el protagonista de estos días analiza lo sucedido y carga contra todo y contra todos, especialmente contra los altos mandos de los Mossos d'Esquadra y su "delirante dispositivo judicial".

El expresidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont.Europa Press

Publicado por
Raúl Puente

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Muchos han hablado tras lo sucedido pero faltaba el protagonista principal. Carles Puigdemont que se ha expresado a través de un largo comunicado en su perfil de X con, eso sí, un discurso esperado y sin muchas novedades importantes más allá de reconocer su paredero actual. No es otro que el esperado por muchos: Waterloo. El mismo lugar al que huyó por primera vez en un maletero hace 7 años.

En su afán por seguir haciendose la víctima, el líder de Junts -que ha vuelto al exilio- ha calificado de "ola represiva" hacia su persona por parte conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, y por el comisario jefe de los Mossos d'Esquadra, Eduard Sallent. Puigdemont afirma que nunca ha tenido la voluntad de entregarse voluntariamente ni de facilitar su  detención porque considera "inaceptable que se le esté persiguiendo por razones políticas".

En su ataque al Conseller y al comisario jefe, califica de "pataleta" su reacción ante lo sucedido y define el dispositivo judicial para intentar detenerle como "espantoso, incomprensible y delirante". Todo ello acompañado de un doloroso mensaje: "Y para gastar inútilmente dinero público, que haría más servicio combatiendo la delincuencia y el crimen organizado que persiguiendo a políticos que no tienen ni una sola condena y castigando a agentes de los Mossos d'Esquadra por su compromiso cívico"

Este es el comunicado íntegro de Puigdemont:

"Hoy estoy en Waterloo después de unos días extremadamente difíciles. Hay que analizar la situación política y poner en perspectiva la razón profunda de la operación que hizo posible lo ocurrido ayer. Y lo haré. Pero son miles de kilómetros en muy pocos días y muchas jornadas de una tensión difícil de explicar, y confío en que se entienda que necesiten todavía unas horas para reponer y tomar aire.

Lamentablemente, el inefable Departamento de Interior de nuestro Gobierno ha perpetrado hoy una de las ruedas de prensa más deplorables que recuerdo, y me siento obligado a hacer un comentario. No puedo creer que la caza de brujas que se ha desatado contra algunas personas concretas, simplemente porque las han visto a mi lado en momentos determinados, sea protagonizada desde ámbitos políticos que se llenan la boca de lucha antirrepresiva. La ola represora que ha desatado el conseller Elena y el comisario jefe de los Mossos es digna de Marlaska o de Zoido. Debo decir que algunas cosas no me sorprenden, como eso que yo llevé un sombrero de paja (no llevé ninguna, tampoco he estado nunca en ningún maletero, y tampoco he residido nunca en Hamburgo: cosas que se inventan en los atestados policiales y tienen siempre lo de la "presunción de veracidad").

El comisario jefe de los Mossos d'Esquadra, Eduard Sallent (i), y el conseller de Interior en funciones, Joan Ignasi Elena (d).LORENA SOPENA - EUROPA PRESS

Lo siento mucho por las personas que están reciben la ira de unos responsables políticos y policiales que saben que no han estado nada a la altura del momento. La reciben porque el conseller y el comisario jefe han tenido una pataleta al ver que el espantoso, incomprensible ya veces delirante dispositivo policial no le ha entendido nadie y sólo ha servido para molestar a los ciudadanos. Y para gastar inútilmente dinero público, que haría más servicio combatiendo la delincuencia y el crimen organizado que persiguiendo a políticos que no tienen ni una sola condena y castigando a agentes de los Mossos d'Esquadra por su compromiso cívico, y no porque hayan cometido ningún delito.

Agentes de los Mossos d'Esquadra realizan controles en una calle de Barcelona en búsqueda de Puigdemont.David Oller Bonilla / Europa Press

Ya dije que nunca he tenido la voluntad de entregarme voluntariamente ni de facilitar mi detención porque me parece inaceptable que se me esté persiguiendo por razones políticas y que, encima, no se esté aplicando la ley de amnistía. Entiendo las razones por las que el Tribunal Supremo tiene la obsesión por tenerme en sus manos pero ni el operativo ni la reacción de los mandos políticos y policiales de los Mossos es comprensible ni aceptable.

A los Mossos no se les debe pedir lealtades a ideas y narrativas políticas. Esto lo hacen los españoles con su Policía y la Guardia Civil. Aquí hemos defendido siempre un modelo policial propio y de carácter nacional, que se creen muchos agentes que tienen vocación de servicio público. Como presidente, me siento muy orgulloso del papel de los Mossos d'Esquadra en la gestión de los atentados de Barcelona y Cambrils, y de la forma en que los mandos supieron asumir una crisis en la que también debían competir con otros cuerpos policiales. Y todo el mundo sabe que el Major Trapero no era precisamente de la cuerda política del Gobierno. 

Pero entonces actuó con gran responsabilidad y gran sentido de la institución, que es lo que sí le podíamos exigir el conseller Forn y yo mismo como responsables políticos. Y cuando se decidió montar una Operación Jaula fue porque había que atrapar a unos terroristas que acababan de perpetrar una masacre en la Rambla. Unos terroristas. Gente que acababa de asesinar indiscriminadamente. No un responsable político que tiene una orden de detención que toda Europa ha rechazado y que, por supuesto, no ha matado a nadie. ¿Cuántas órdenes de detención existen en estos momentos vigentes contra ladrones, violadores, narcotraficantes y asesinos? ¿Y cuántos dispositivos como el de ayer se están montando? ¿No se les cae la cara de vergüenza?

La degradación a la que los comparecientes de la rueda de prensa de hoy han arrastrado al cuerpo de Mossos d'Esquadra será muy difícil de revertir. La vía hacia su españolización (principalmente en el sentido de modelo policial) empezó con un tripartito y culminará con un gobierno que el propio tripartito ha hecho posible.

Y una consideración final. Si el conseller Elena y el departamento de Interior hubieran cumplido con la ley y me hubieran dado el escolta que me corresponde, habrían sabido en todo momento cuál era mi recorrido por Barcelona y por Cataluña. No hubiera sido necesaria la delirante operación de ayer, que formará parte para siempre de su biografía pública. Y no como un mérito precisamente"