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Sánchez mueve ficha ante la rebelión interna que crece en el PSOE: Congreso Federal en noviembre

El líder socialista adelanta el cónclave un año respecto a lo previsto. Tiene prisa por lograr el aval del partido a la “financiación singular” para Cataluña, un concierto económico en toda regla que supone un cambio de facto del modelo de Estado y que despierta cada vez más contestación interna.

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en junio en el Comité Federal.

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en junio en el Comité Federal.Europa Press

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Los próximos meses son decisivos para Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno se encuentra en una posición más delicada que nunca con sus socios y, sobre todo, en su propio partido, donde los conatos de rebelión empiezan a amenazar con incendio grave. Y esto último es lo que quiere sofocar de raíz convocando el Congreso Federal a toda prisa, en noviembre, en el que buscará un respaldo norcoreano que ahora no tiene a su liderazgo y a sus planes con Cataluña antes de que la cuestión se le vaya de las manos. Ese Congreso en el que se renovará la dirección del partido supone una advertencia: el que se mueva demasiado no saldrá en la foto del nuevo PSOE.

El detonante de su situación de máxima debilidad ha sido el pacto con ERC, un concierto económico para Cataluña, con el que ha logrado investir a Salvador Illa presidente de la Generalitat. Ese movimiento ha tenido un doble efecto colateral. Por un lado ha enfadado a Puigdemont, que ha retirado su apoyo en el Congreso al PSOE, y le deja en una situación en la que aprobar leyes es casi imposible y menos aún los Presupuestos Generales del Estado.

Por otro, ha soliviantado a muchas federaciones socialistas que no saben cómo explicar a los ciudadanos por qué Cataluña va a tener un trato fiscal diferente y privilegiado que empobrecerá a sus comunidades autónomas. Y es que, si las intenciones de Sánchez llegan a materializarse Cataluña saldría del régimen común de financiación y comenzaría a recaudar el cien por cien de los impuestos. Un cambio del modelo de Estado en toda regla.

Tanto es así que el PSOE de Aragón, encabezado por Javier Lambán, se ha rebelado oficialmente este viernes contra Sánchez. La Ejecutiva Regional ha acordado por unanimidad su rechazo al acuerdo fiscal pactado entre ERC y el PSC. Después de 3 horas de debate, los 29 miembros presentes en la reunión han votado en el mismo sentido, todos en contra del concierto económico con Cataluña.

Es la primera federación regional que de manera abierta y oficial rechaza el pacto en Cataluña, aunque desde Castilla-La Mancha, el presidente Emiliano García-Page, el barón más crítico, ha sido contundente también contra el acuerdo. El malestar interno es evidente más allá incluso de esas dos federaciones. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se niega a definir el acuerdo como un “concierto económico”, pero otros líderes socialistas sí han comenzado a llamarlo así.

Por ejemplo, así lo ha hecho un peso pesado como Josep Borrell, desde Bruselas. También Luis Tudanca, secretario regional del PSOE de Castilla y León ha afirmado hace escasas fechas que “nunca apoyará una reforma del sistema de financiación que no garantice una financiación justa para este territorio”. Incluso el gobierno de Asturias, con el socialista Adrián Barbón a la cabeza, se ha sumado al rechazo público al trato de privilegio a Cataluña en detrimento de las demás comunidades autónomas.

Como apunta Antonio Martín Beaumont en su Mirilla de este viernes, en Moncloa bajaban las aguas revueltas estos días. Algo se mascullaba, algún golpe de efecto de Pedro Sánchez. Y ha llegado. Nadie esperaba el adelanto del Congreso Federal que estaba previsto para dentro de algo más de un año, en el otoño de 2025. El líder socialista se anticipa a los movimientos telúricos del partido. Las cabezas de los críticos peligran más que nunca. Sánchez pretende un respaldo férreo a su figura y allanar el camino a cambios de liderazgo en algunas comunidades. En definitiva, el líder que se empieza a sentir atacado pasa al ataque con la esperanza de aplacar las disensiones internas.

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