Feijóo arranca el curso con ganas de baile, cercar a Sánchez y forzar la caída del Gobierno

No olía a libro nuevo, no iba enseñando un estuche repleto de rotuladores de colores perfectamente ordenados y con la tapa sin mordisquear. Tampoco llevaba zapatos nuevos, ni una mochila a la moda, ni iba mirando a ver si veía a esa chica que en junio le aceleraba el corazón. Pero era el primer día del curso. Político, que es mucho menos emocionante que el escolar, pero más trascendental. 

Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP, compareció en su Galicia natal, en la Carballeira de San Xusto, en el ayuntamiento pontevedrés de Cerdedo-Cotobade, y allí, rodeado de los suyos, en su zona de confort, desplegó lo que se espera de un líder de la oposición que se enfrenta a un Gobierno triturado por la corrupción y por la inoperancia de sus actuaciones en todos los ámbitos.

Un discurso contundente, duro, directo al mentón, sin ambages, contra las políticas de la miseria de Pedro Sánchez, contra el cortoplacismo del Ejecutivo con tal de aferrarse al sillón, contra el colapso de un país por culpa de la ineficacia absoluta de sus gestores: corrupción, caos de las infraestructuras, división entre españoles... Cuando Feijóo se mete en faena, se convierte en león. Y rugió de lo lindo. ¡Vaya si rugió! Y sin necesidad de estridencias ni groserías oscarpuentianas.

A Sánchez, de vacaciones de fin de semana a ritmo de millonario en Andorra, le conminó a "dimitir y convocar elecciones" en un año que se le hará "muy largo". Aunque no confía en ello, es una posibilidad que flota en el ambiente. "Habría que tener un mínimo de integridad y dignidad para hacerlo", aseguraba Feijóo, cualidades que duda que tenga Sánchez: "Ésas se quedaron en las puertas de La Moncloa cuando entró".

Gamarra, Tellado, Rueda, Mañueco, Mazón, Rajoy...

Acompañado por su secretaria general, Cuca Gamarra; el portavoz en el Congreso, Miguel Tellado; el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda y otros barones autonómicos como el castellano-leonés Mañueco y el valenciano Mazón; el ex presidente del Gobierno Mariano Rajoy; y el nonagenario exministro José Manuel Romay Beccaría, Feijóo cuajó un discurso implacable.

Un discurso en el que incluso tuvo que frenarse. "Iba a decir otra cosa, pero hay que ser moderado". "No sabemos cuándo ocurrirá el cambio, pero sí podemos elegir el cómo. (...) No vamos a comprar voluntades, vamos a convencer a una mayoría de españoles aunque ello implique que el cambio llegue más tarde", aseguraba, confiado en que cuando llegue el momento de las urnas los populares harán pesar sus valores.

No hacía falta hacer referencias expresas a Begoña Gómez, aunque se le escapó una frase ("es más fácil llegar a La Moncloa si patrocinas una cátedra"), ni al caos de los trenes, ni a la patética situación de las carreteras, ni al cupo catalán, ni al Caso Koldo, ni a la errática política migratoria... La mejor demostración de la ineptitud del Ejecutivo socialista la muestran ellos a diario.

Feijóo sí ha endurecido el tono para acusar a Sánchez de tener una "concepción bananera" de "las instituciones y la ley", más aún tras conocerse a través de la Fiscalía del Estado recrudece su presión sobre el juez Juan Carlos Peinado, el que investiga a su esposa. "Dimitir y convocar elecciones". Cuatro palabras que se quedaron flotando en el ambiente. El PP tiene tarea para hacer llegar el mensaje a todos los rincones del país, pero así se encara el primer día de un año de faena.