El gran problema de Sánchez no es político: se le va de las manos el cupo catalán y el Caso Begoña
Los problemas se le acumulan a al presidente quien, eso sí, ha sabido sortear todos los que le han acorralado desde que llegó al poder. Pero ahora tiene otro, que no controla y que no es de índole político
Pedro Sánchez tiene varios problemas políticos muy serios derivados del concierto económico catalán pactado con ERC para investir a Salvador Illa presidente de la Generalitat. Se trata sobre todo de problemas con Junts y de conatos internos de rebelión que cuestionan su liderazgo. Sin embargo, ninguno de esos es el principal de los problemas que tiene que enfrentar en los próximos meses el presidente del Gobierno.
Vamos con los problemas políticos. De momento, Sánchez se ha quedado sin el apoyo de Junts en el Congreso, lo que en la práctica implica una incapacidad manifiesta para aprobar leyes, para gobernar. Eso incluye los Presupuestos Generales del Estado (PGE) que deberán ser prorrogados por segundo año consecutivo.
Aunque Sánchez dijo en su día que sin presupuestos no se puede gobernar, lo cierto es que su palabra no vale nada ni le compromete en lo más mínimo. Así que la precariedad parlamentaria no le supone un obstáculo insalvable. Aunque de facto no tenga capacidad de legislar se mantiene en La Moncloa. Objetivo cumplido.
El otro grave problema político es el de la contestación interna. Hay grietas en el PSOE causadas por el pacto con ERC. El concierto económico catalán supone un agravio a las demás comunidades y los barones se debaten entre defender su sillón y defender a sus conciudadanos.
Ante esta situación, Sánchez ha cogido el toro por los cuernos y ha decidió adelantar a noviembre el Congreso Federal donde intentará lapidar a los críticos y buscar el respaldo norcoreano de la mayoría. Es arriesgado, pero confía en sus fuerzas y ve factible someter y anular a los disidentes.
A todo eso hay que sumarle, claro está, la bola de nieve de la corrupción que crece y crece: el caso Begoña y el caso Ábalos amenazan a Sánchez desde los juzgados. Su reacción hasta ahora ha sido atacar a los jueces pro tierra, mar y aire y presentarse como la víctima de un complot fascistoide de jueces, políticos y periodistas. Pero eso no va a detener las investigaciones en curso.
El problema más grave
Pero el problema más grave de todos lo tiene en la opinión pública. Sánchez ha perdido esa batalla, al menos de momento, en todos y cada uno de los frentes que tiene abiertos. Así lo desvela una encuesta que publica este domingo El Español, según la cual 72 de cada 100 españoles rechaza la “financiación singular” para Cataluña y en esa misma proporción respaldan la investigación del juez Peinado contra Begoña Gómez.
Este último dato es muy significativo porque Sánchez se ha dejado la piel para convencernos de que hay una campaña orquestada contra él para destruirle personalmente. La realidad es que ni el encierro de cinco días ni los ministros saliendo uno tras otro a repetir el mantra del complot ni la incansable defensa sin fisuras por parte de los medios afines, ni las campañas de descrédito contra el juez instructor, han logrado convencer a los españoles. Todo lo contrario. Una inmensa mayoría respalda al juez Peinado.
Opinión pública descontrolada
La principal conclusión es que Sánchez no es capaz de controlar a la opinión pública, a los votantes en definitiva. Ni siquiera logra convencer a los suyos: casi el 40 por ciento de los simpatizantes del PSOE cree que el concierto económico con Cataluña perjudicará al resto de las comunidades, y prácticamente una cuarta parte de esos mismos votantes socialistas considera que el juez Peinado está actuando de forma correcta.
Sánchez, como ha hecho siempre, confía en que dos factores le salven de esta debacle: el tiempo, que lo cura todo, y el miedo a Vox, estrategia que vale para justificar cualquier cosa y que en las últimas elecciones generales le salió bien. En todo caso, estos datos de la encuesta de El Español alejan cualquier posibilidad de adelanto electoral a corto y medio plazo. Sería un suicidio para Sánchez y el PSOE que necesitan tiempo para pasar página e intentar que todo esto se olvide. El problema es que, en esta ocasión, el tiempo juega en su contra: la justicia avanza en los casos de corrupción y el concierto económico catalán, si llega a aprobarse, comenzará a tener efectos negativos para el resto de España.