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El PSOE se lanza al ritual del apareamiento con Junts

Pedro Sánchez sigue echando mano, cada vez con más frecuencia, a su manual de resistencia para intentar salvar día a día su legislatura. Ahora, los que precisamente le auparon a Moncloa, son su principal quebradero de cabeza.

El secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán y el presidente Pedro Sánchez, reciben a la diputada de Junts, Miriam NoguerasEDUARDO PARRA

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Lejos de tirar la toalla, a pesar del campo de minas en el que se mueve y del pelaje de la compañía que le escolta en su proyecto de Gobierno, Pedro Sánchez sigue adelante. De hecho, la retirada del proyecto de ley del techo de gasto, con la que se inicia el trámite presupuestario y que se vio a obligado a hacer el Gobierno esta semana para evitar un nuevo bochorno y otra derrota parlamentaria, es un disco de dos caras.

En la cara A de ese hit la retirada es, evidentemente, la evidencia del intento de Sánchez por no exhibir más de lo preciso esa debilidad con la que los socios asisten intermitentemente al Ejecutivo. Pero en la cara B sale a relucir esa capacidad de resiliencia de Pedro Sánchez. Él y solo él – aseguran en su círculo más íntimo- sabe cómo salir de este atolladero sin presupuestos, con socios gamberros y una oposición que espera que, algún día, pase el cadáver de Sánchez delante de su puerta. Aseguran los suyos que han decidido abandonarse a la voluntad y el ansiado acierto del jefe.

Pedro Sánchez junto a la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, y la vicepresidenta y ministra María Jesús Montero.Fernando Sánchez / Europa Press

Por si acaso, abonado como está Sánchez al célebre “partido a partido” -que hiciera famoso el entrenador y ex futbolista Cholo Simeone- en el caso del presidente del Gobierno a una suerte de “pantalla a pantalla”. Todo un gamer, Pedro Sánchez, que llegó a la secretaría general del PSOE porque otros creyeron que sería el más fácil de manejar, al que expulsaron por no poder manejar sus ambiciones e intenciones y el mismo que volvió a conseguir la secretaría general del PSOE porque los que estaban cómodamente instalados en lo que se conoce como “el aparato” del PSOE le subestimaron, se está preparando para la nueva misión.

De momento, sabedor de que los independentistas de Junts y de ERC tienen sus respectivos cónclaves este otoño (antes de la celebración del 41º Congreso Federal del PSOE) Sánchez va a esperar a ver qué sale de cada uno de ellos y quiénes salen vivos y triunfantes dentro del independentismo. En ERC, nada hace indicar que Oriol Junqueras vaya a salir victorioso.

Es tan probable ese supuesto como que aparezca un mirlo blanco del independentismo al que aclamen y conviertan en una votación a mano alzada en el nuevo Mesías de la izquierda independentista. En el caso de Junts, Sánchez sabe que hay movimientos turbios, pero intuye que no son lo suficientemente potentes para dejar fuera de juego a Carles Puigdemont.

Oriol Junqueras y Carles Puigdemont junto a más miembros del independentismo catalán.Europa Press

Y, con esa idea muy presente, ha ordenado el acercamiento. Como ya avanzamos la semana anterior, ordenó a su lugarteniente y secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, que fuese raudo a reunirse con Puigdemont. No consiguió con esa visita de cortesía ablandar la sed de venganza de Puigdemont, pero sí le garantizó un giro, que ya ha empezado.

Esta semana, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha enviado una carta a la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, para tratar de presionar en favor del uso del catalán en las instituciones europeas. Fue en su día una exigencia de Junts, hubo un primer envite y el tema pasó a dormir el sueño de los justos. También han desempolvado la voluntad de retomar las Comisiones de Investigación por los atentados del 17-M en Barcelona, así como la Operación Cataluña.

Y todavía queda un guiño más: aceptar el lenguaje de la portavoz de Junts, Miriam Nogueras, sobre los términos y el marco en el que empezar a hablar del techo de gasto. Es evidente que el fugado Puigdemont no se fía de Sánchez y, aunque éste tampoco tiene confianza en Puigdemont, no le queda más remedio que intentar calmar sus iras. Lo hace con pequeños gestos, por ahora, para intentar no ya conseguir el apoyo a los Presupuestos Generales del Estado del independentismo sino la aprobación del techo de gasto y no más “burreos” en el Parlamento.

Sánchez es un pragmático. Ahora toca el ritual del apareamiento, le guste o no, pero tal vez tras unas futuras elecciones las cosas cambien. Eso susurran entre dientes desde el entorno de Sánchez.