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Sánchez tiene a Gobierno y PSOE rehenes de una obsesión personal: "Me habló de Begoña Gómez 20 veces en una hora"

El presidente del Gobierno ha llegado a creerse su propio relato de que está siendo víctima de una persecución política, mediática y judicial para destruirle. Por eso exige a sus ministros y a los dirigentes socialistas que le secunden y se mojen. 

El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y su mujer, Begoña Gómez .EDUARDO PARRA / EUROPA PRESS

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"En una hora de reunión, Pedro Sánchez sacó una veintena de veces el mismo tema. Está obsesionado". Esa frase pronunciada por alguien que ha estado reunido con el presidente del Gobierno no hace mucho refleja hasta qué punto la persona que maneja el Gobierno de España actúa condicionado por un asunto que le atormenta: la investigación contra su esposa, Begoña Gómez.

Fue unos días antes de que la Audiencia Provincial de Madrid diera un espaldarazo a Peinado, avalando su instrucción del caso y reconociendo que hay indicios delictivos en la actuación de Begoña Gómez que merecen ser investigados. Quizás Sánchez estaba nervioso a la espera de esa decisión, pero el caso es que mostraba una preocupación por el tema que rozaba lo obsesivo. Probablemente ahora eso haya ido en aumento después de conocer que el caso no solo no se archiva sino que va para largo y que su mujer tiene verdaderamente un problema ante sí.

Pedro Sánchez junto a su mujer, Begoña Gómez.Álex Cámara / Europa Press

Por mucho que obligara a su portavoz, Pilar Alegría, a hacer el ridículo el martes pasado en la sala de prensa de La Moncloa, negando que la nieve es blanca y que a las 10 de la mañana es de día, lo cierto es que el auto de la Audiencia Provincial de Madrid certifica que Begoña Gómez tiene un buen lío.

Y es que Pedro Sánchez tiene a su Consejo de Ministros y a su partido presos de su obsesión personal porque "se considera víctima de verdad de una campaña de acoso y derribo contra él, está convencido", señala ese mismo interlocutor que pudo comprobar de primera mano el estado anímico del presidente del Gobierno.

Esa obsesión y ese convencimiento le han llevado a exigir una lealtad ciega e irracional a sus ministros y a los dirigentes del PSOE que repiten como papagayos, sin conocimiento de causa, que el juez Peinado "pedalea sobre la nada" (Pilar Alegría); que la instrucción "es un viaje a ninguna parte, burda, miserable y una nulidad de libro" (Óscar Puente); que el modo de proceder del juez es "una persecución cruel, terrible, que está sufriendo el presidente del Gobierno y su familia"; que es "una causa montada desde la ultraderecha y la derecha" (Patxi López) y que es un "caso que no avanza, que no tiene ninguna base" (Esther Peña).

Pedro Sánchez saluda a Óscar Puente en el Congreso de los Diputados.EDUARDO PARRA / EUROPA PRESS

¿Qué saben ellos sobre la instrucción del juez? ¿Han leído el sumario? ¿Por qué defienden a una ciudadana particular? ¿Qué les lleva a poner la mano en el fuego por Begoña Gómez? Todas esas preguntas se responden de la misma manera: complacer al jefe que les pide no solo lealtad sino compromiso activo, que se mojen y se señalen. Y ellos lo hacen dilapidando su credibilidad y su propia imagen. Culto al líder.

No solo se mojan en las críticas al juez sino en toda la estrategia diseñada por Sánchez. Él es víctima de un complot de la ‘fachosfera’ en el que participan jueces, políticos del PP y Vox y medios de comunicación que quieren destruirle con bulos y mentiras, con fango en definitiva. De ahí que esos mismos ministros y dirigentes socialistas no duden en atacar a la prensa crítica, a la que califican de pseudomedios o webs que hay que controlar mediante una ley.

Ministros y dirigentes del PSOE, es decir, el Gobierno y el partido, son rehenes de esa estrategia de Pedro Sánchez. El que se mueva no sale en la foto. Y nadie se mueve. Todos hocican, hipotecando su futuro político. Porque este presidente del Gobierno caerá un día, tarde o temprano, y muchos de ellos querrán seguir viviendo de la política. Y eso es muy difícil porque al hacer ese seguidismo de Sánchez y al convertirse en sus cómplices, están cavando su propia tumba política.