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Felonía sanchista finalizada: el BOE publica la ley que reduce la pena a los presos de ETA

La aprobación la norma es una traición a las víctimas del terrorismo y plantea serias dudas sobre la moral del sistema político. Sánchez sigue atornillado en La Moncloa pisoteando el nombre de los asesinados

Publicación de la ley que beneficia a presos de ETA.BOE

Publicado por
Mariola López

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Felonía sanchista completada. El Boletín Oficial del Estado (BOE) ha publicado hoy la llamada Ley Txapote, la controvertida reforma que beneficiará a varios presos de ETA, reduciendo drásticamente sus penas y con el Gobierno ignorando la negativa del Senado a su aprobación. Esta decisión, una traición inequívoca a las víctimas del terrorismo, plantea serias dudas sobre la dirección moral del sistema político.

La Ley Txapote recorta significativamente el tiempo de prisión para los terroristas que pasaron un tiempo de prisión en otros países, permitiendo a los etarras salir de las cárceles españolas antes de cumplir sus condenas. Las enormes críticas que esta controvertida ley ha levantado en la sociedad civil se centran en el mensaje de impunidad que transmite y en el dolor reavivado de las víctimas.

El Gobierno ha defendido la medida como un "gesto de reconciliación" y progreso, pero para la inmensa mayoría representa una afrenta a la memoria de los asesinados y al sufrimiento de sus familias. La indignación se ha dejado sentir especialmente en asociaciones de víctimas y en los partidos que no conforman la coalición Frankenstein de Gobierno.

La aprobación de la ley, calificada por algunos como una felonía, pone en entredicho la separación entre justicia y política. Reducir penas a quienes cometieron actos atroces socava la confianza en la ley y en la promesa de una sociedad segura y justa.

Pisotear los cadáveres de los asesinados

Esta reforma marca un retroceso en la lucha contra el terrorismo, y sus críticos consideran que legitima décadas de violencia y sangre derramada. Mientras tanto, Sánchez sigue feliz: con esta ley se atornilla un ratito más a la poltrona de la Moncloa. A costa, eso sí, de pisotear los cadáveres de los asesinados por los terroristas.