La España de las maravillas: de Errejón a Bollywood
Hace tiempo que tengo la sensación – y no soy la única– de vivir un momento político virtual, una realidad ideológica paralela en la que nada es lo que dicen que es y todo es una pura paradoja. No hay más que mirar y escuchar lo que ocurre a nuestro alrededor para constatar el puro disparate con el que convivimos y que, por lo visto, hemos asumido como si no hubiera otra alternativa
Ahora resulta que la cara más visible del partido que se erigió paladín de las mujeres abusadas es un presunto acosador; que su ex, con la que convivió cinco años, lo califica de buen novio pero, al mismo tiempo, no le concede ni la más mínima oportunidad a la presunción de inocencia y se le lanza a degüello; que quien le nombró portavoz de su grupo parlamentario sale a la palestra a proclamar que no piensa sacarle rédito político a todo este turbio asunto -como si eso fuera posible- y que al final, quien por lo visto tiene la culpa de todo, es la oposición.
Si a todo esto le sumamos las imputaciones de tráfico de influencias, intrusismo, apropiación indebida y trapicheo en los negocios de la mujer de un presidente que llegó a serlo acusando de corrupto a quien gobernaba en aquel momento; que quien ha tenido un papel predominante en la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana son los que protagonizaron los años de plomo; que tenemos un lío tremendo en el que posiblemente están enredados comisionistas, empresarios y miembros de un gobierno que sigue haciendo bandera de la transparencia; que se ha normalizado que en caso de disputa entre propietarios, inquilinos morosos y okupas la razón la tienen siempre estos últimos; y que como respuesta a todo esto, lo que está haciendo el matrimonio presidencial es pasearse por Bollywood al amparo de una sombrilla portada por un señor con turbante al más puro estilo colonial, estarán conmigo en que a nuestro lado, el mundo de Alicia en el país de las maravillas es la cordura en estado puro.