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Las cuentas de Sánchez para seguir en el Gobierno

Los sondeos que manejan en Ferraz siguen dando al PP como fuerza política más votada aunque con la necesidad de Vox para gobernar. Una situación que da cierto aire a un líder del Ejecutivo que vive su peor momento con sus socios de investidura y de coalición.

Pedro Sánchez, María Jesús Montero y Yolanda Díaz durante una sesión en el Congreso.EDUARDO PARRA / Europa Press

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El nerviosismo se ha apoderado del entorno de Pedro Sánchez, que sigue, contra viento y marea, adelante con su proyecto en tanto en cuanto no va a poner fácil la salida del Palacio de la Moncloa. Las últimas encuestas que maneja el presidente del Gobierno (5 estudios distintos han pasado por sus manos en tan solo un mes, según aseguran fuentes socialistas) le indican que el PP seguiría siendo la primera fuerza política, pero que seguiría necesitando a Vox para conseguir la mayoría absoluta

La diferencia con los resultados que le permitieron llegar hasta La Moncloa, tras las elecciones de julio 2023, es que la mayoría de bloqueo que le dio la investidura se ha esfumado. En parte por la triste figura de Sumar, su lideresa, Yolanda Díaz, y sus figurantes, prestos a autodestruirse a la mínima ocasión. El “caso Errejón”, la gestión del mismo y las contradicciones que han aflorado en el espacio Sumar, así como las luchas intestinas por hacerse con los restos de la formación política son un buen ejemplo de ello.

Mónica García, Yolanda Díaz, Tesh Sidi e Íñigo Errejón durante un mitin de Sumar.Jesus Hellin

Aseguran en el entorno de Sánchez que, si bien el retroceso de la izquierda a la izquierda del PSOE nutrió de votos al PSOE en las últimas elecciones generales, esa vía se ha ralentizado y el votante desencantado de Sumar tiende cada vez más a la abstención y menos al voto útil. En resumen, que el PSOE (apenas castigado por los escándalos de corrupción que salpican a la familia socialista y a la del propio Pedro Sánchez) no recibe casi nuevos votos por su izquierda y que Sumar se desmorona

Eso, sobre el papel, significa que no hay mayoría de bloqueo, que Sumar ya no es suficiente apoyo para los socialistas y que Sánchez no piensa probar suerte electoral hasta que no se le ocurra una nueva estrategia que pueda suponer un revulsivo para el votante de izquierdas.

Los socios principales de Sumar ya han sido exprimidos y ahora, presos de su reparto/despiece de poder dentro del Ejecutivo, ven entre atónitos y ofendidos como el Gobierno ha decidido pasarse por el forro del abrigo algunas de las promesas que le hizo hace algo más de un año, cuando Sánchez y Yolanda Díaz se fundieron en una coalición de izquierdas.

EDUARDO PARRA / Europa Press

La primera en la frente: en los acuerdos que firmaron PSOE y Sumar se contemplaba el impuesto a la banca que, posteriormente, también se extendió a las empresas energéticas. Sin embargo ese punto ha saltado por los aires por la presión ejercida por otros socios con menos escaños pero mayor poder estratégico hoy por hoy, de PNV y Junts. Ni en el PSOE, ni en el Gobierno esperan respuesta ni reacción alguna por parte de Sumar, enzarzados como andan en su batalla interna post estallido del “Caso Errejón”. 

Sánchez está jugando fuerte para tratar de sacar adelante unos Presupuestos Generales del Estado que, de ser aprobados por el conjunto de sus socios de investidura y por Podemos -que también pone sobre la mesa exigencias “imposibles”- darían la aparente estabilidad que el presidente busca a toda costa.

En Hacienda tienen preparadas una versión y otra de los presupuestos. Los técnicos del Ministerio que dirige María Jesús Montero no dan abasto con tantos “papeles” como se les pide desde las alturas, mientras los negociadores tratan de endulzar sus relaciones con todos sus socios con puestos en el nuevo Consejo de RTVE, que tanta prisa tenía el PSOE por aprobar o con el “borrado” de sus compromisos con Sumar. Y mientras tanto, la legislatura avanza ( tic tac tic tac) y el ambiente político es cada día más irrespirable. Las cuentas no le salen hoy al presidente, pero mañana será otro día.