Dos por uno: Rajoy pone a Sánchez en un brete con su plan contra Mas
Todas las armas políticas y jurídicas a las que aludió el presidente en La Moncloa son todas, aclaraban después fuentes del Ejecutivo. También el artículo 155. Ahora le toca al Parlament.
Mariano Rajoy ha reaccionado con inmediatez al último paso del independentismo catalán hacia la secesión. No es habitual que el presidente lo haga con tanta rapidez. Su estilo es más de dejar que los problemas se pudran, con la esperanza de que el tiempo acabe con ellos.
Ese estilo suyo de Don Tancredo le ha costado no pocas críticas aunque la verdad es que no le ha dado mal resultado en líneas generales. Pero ahora estamos a menos de dos meses de las elecciones y alguien ha debido de decirle que conviene coger el toro por los cuernos, que diría Merkel. Y Rajoy lo ha hecho.
Ni corto ni perezoso se ha plantado en la sala de prensa de La Moncloa para decir que no va a permitir que ninguna declaración ilegal surta ningún efecto y que utilizará todas las armas políticas y jurídicas de las que dispone. Todas son todas, aclaraban después fuentes del Ejecutivo. También el artículo 155, el que prevé la suspensión de la autonomía en caso extremo.
De momento, sin embargo, no va a hacer falta llegar ahí. Los pasos que tiene pensado el Gobierno son que en el momento en el que la Mesa del Parlamento catalán admita a trámite la resolución conjunta de Junts pel Sí y la CUP, será el Grupo Popular en la cámara autonómica el que lo recurra. Luego actuaría el Gobierno, recurriendo al Tribunal Constitucional la resolución en caso únicamente de que llegue a aprobarse.
Y ahí viene al pelo la reforma legal que ha aprobado el PP de manera exprés en el último minuto de la legislatura y contra la voluntad del PSOE. Con esa reforma el Constitucional tiene armas para hacer cumplir sus sentencias y resoluciones. Hasta ahora, aunque parezca increíble, no tenía capacidad ejecutiva para hacerse respetar.
Desde el Gobierno desvelan que Rajoy ha hablado con Pedro Sánchez y con Albert Rivera y que están los tres de acuerdo en líneas generales. Eso quiere decir que en matices y detalles no están de acuerdo.
Es fácil adivinar en qué no coinciden. Pedro Sánchez ha criticado el fondo y la forma de la reforma del Tribunal Constitucional por lo que ahora queda en una situación incómoda. No le interesa que el tema acabe muy pronto en el Alto Tribunal ya que podría verse obligado a defender lo contrario de lo que ha defendido. A ver cómo le explica a los ciudadanos que a él le parece mal que el Constitucional frene los pies a Mas.
Así que no debería extrañarnos mucho que Sánchez salga con el discurso de que antes de los tribunales está la política. De hecho ya hemos visto un amago de por dónde pueden ir los tiros: "Al secesionismo se le puede ganar con la fuerza de la Ley, de los votos, la política y el argumento de la convivencia y el diálogo".
Lo del diálogo y la política es algo muy bonito pero que no ha sido capaz de detener la deriva independentista. Y habrá que recurrir a la ley más pronto que tarde. Ahí es donde Sánchez puede verse atrapado por sus propias palabras y donde debe demostrar su altura de miras. Y el problema es que hasta ahora ha demostrado muy poca visión de Estado y en pleno proceso electoral va a ser difícil que respalde a Rajoy en nada. Lo veremos pronto.