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¿Por qué se hunde Podemos?

Las últimas estadísticas que intentan avanzar el resultado de las elecciones del próximo 20 de diciembre han mostrado a Podemos en caída libre

¿Por qué se hunde Podemos?

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Desde enero de este año, en que las encuestas daban al partido de Iglesias casi como primera fuerza política, hasta hoy, en que raspa solo el 10%, algo han cambiado las cosas. Pero, ¿qué es este "algo" que parece ser tan decisivo? Merece la pena detenerse en el asunto.

En primer lugar, no existe ya la sensación de crisis agobiante y acuciante que había, digamos, en 2013 y 2014. Por entonces la crisis económica y la subsiguiente paralización del mercado interno español llevaba la penuria a multitud de hogares que tradicionalmente no habían conocido antes otra situación similar. La llamada "clase media" veía, por entonces, las orejas al lobo. Actualmente esto ya no sucede y los que buscaban en Podemos una especie de "enmienda a la totalidad" han regresado de nuevo a su esfera de confort.

En segundo lugar, rebasado lo peor de la crisis, Podemos –y especialmente Iglesias- ha fracasado en subvertir el eje del debate político. La crisis hacía gravitar todo sobre la disyuntiva "ricos y pobres", de manera que volvía actualizarse el apolillado discurso de la lucha de clases. Pero cuando la crisis no es el primer problema, el debate ha pasado a centrarse en la estructura del Estado, las autonomías y, concretamente, la agresión independentista en Cataluña.

Vistas así las cosas, como consecuencia del fracaso anterior, Podemos no ha conseguido la necesaria transversalidad que exige ser una alternativa de gobierno. Del mismo modo que el PP defiende "la unidad de España" pero consiente el matrimonio homosexual, la Ley de Memoria Histórica o el aborto, Podemos no ha conseguido salir de la caverna tradicional en la que, en realidad, siempre estuvo: la de la extrema izquierda. Limar su discurso económico y aligerarlo de propuestas tradicionalmente asociadas a la ultraizquierda no ha sido suficiente para conseguir esa transversalidad, menos aún cuando el 90% de los españoles no saben absolutamente nada de economía.

Más útil hubiera sido dejar de nadar en la ambigüedad en temas como la independencia de Cataluña, o la connivencia con grupos totalmente sediciosos como Bildu, para lograr esa anhelada transversalidad. Lejos de ello, a Iglesias se le ha llenado la boca hablando de "nuestro país" y recriminando a Alberto Garzón el ser "un cenizo" poco patriota, pero el hecho es que su partido apoya a los pancatalanistas de Compromís en Valencia, a los proetarras y filoterroristas de Bildu en País Vasco y Navarra y, por si fuera poco, sostiene a una persona, intelectualmente limitada, sin visión política de Estado comoAda Colau en Cataluña.

Con su actitud, Iglesias ha introducido en sus propias filas la confusión y ha logrado que con su discurso ambiguo –ambiguo pero en el fondo filoseparatista por transigir con el denominado "derecho de autodeterminación"- sus propias filas se hayan escindido al votar, por ejemplo, la candidatura de Carme Forcadell a la Presidencia del Parlamento catalán. Esta confusión va a ir en aumento ahora con el "fichaje" de un general que se dice patriota pero que colabora con una fuerza tibia y tolerante con los separatistas, cuando no abiertamente favorable.

Con la incorporación del general José Julio Rodríguez, ex jefe del Estado Mayor de la Defensa durante la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero, ya no es que las bases ultraizquierdistas de Podemos se vean obligadas a tragar con alguien que se declara "patriota"; es que el propio candidato demuestra estar él mismo en la confusión e indefinición que parece anegar Podemos.

El resultado es que una fuerza política salida de las simas de la ultraizquierda universitaria, con vínculos pretéritos con la ultraizquierda etarra y chavista, aspira a la transversalidad nacional apelando al "patriotismo" español al tiempo que hace guiños a los proterroristas de Bildu y hace la corte a los secesionistas catalanes. El primer aviso de la errónea senda emprendida ha sido el fiasco de las elecciones catalanas.

Todo este caos la gente lo percibe aunque sea de manera imprecisa. Nota la inseguridad en las respuestas y el oportunismo en los hechos. En otras palabras: Podemos suena a engaño. El balance es que el emergente partido de Iglesias ha descrito una trayectoria parabólica hasta su nivel de incompetencia, al creer que podía mezclar el mensaje cosmopolita y en el fondo anti-español de la izquierda garbancera española con las ínfulas nacional-bolcheviques sugeridas por Jorge Verstrynge. ¿La solución? Pues la verdad es que no tiene… a no ser que Iglesias y su gente decidan "reinventarse", como se dice ahora.

Pero sinceramente no creo que el "neo-Robespierre" de Monedero, el "pijo-progre"Errejón y el "protoprogre" de Pablo Iglesias tengan, primero, las entendederas de asumir que, hoy, a lo social se llega desde lo nacional e identitario. Tampoco creo que su afán de servicio llegue hasta poner en duda las creencias de toda una vida. Si así lo hicieran, serían personas completamente diferentes a las que el régimen de 1978 nos tiene acostumbrados y lograrían, desde luego, el total y absoluto apoyo de mucha gente honesta.

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