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Vargas Llosa da un paso al frente para hacer feliz a Preysler

Según hemos podido saber en exclusiva, los planes de futuro de la parejita de enamorados son mucho más que un sueño a largo plazo y el Premio Nobel ha tomado medidas drásticas e inminentes.

La boda entre Vargas Llosa y su amada reina de corazones, cada vez más cerca...

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Mario Vargas Llosa vive en una nube. Dicen que su relación con Isabel Preysler le ha transportado a una vida de fantasía en la que lo que antaño era importante ahora solo es un recuerdo intermitente. Aunque sigue centrado en sus menesteres profesionales, la parte sentimental ocupa ahora la mayor parte del tiempo. Empieza a saber convivir, además, con la presión de los medios de comunicación, siempre a la caza de novedades referentes a su idilio burbujeante con la Reina de Corazones. Tanto es así que en pequeños corrillos no duda en afirmar que Isabel es ahora la mujer de su vida y que, por supuesto, quiere casarse con ella. Una pretensión que Preysler confirmó vía Hola y que podrían hacer realidad más pronto de lo que algunos podían imaginar.

Según ha podido saber El Semanal Digital en exclusiva, el pasado jueves los abogados del Premio Nobel presentaron la demanda de separación de Patricia Llosa. Un caso que ha recaído en el Juzgado 26 de Madrid y que, según las mismas fuentes, podría resolverse de forma rápida si Patricia responde favorablemente a las intenciones de Mario, poco o nada consonantes con los deseos de su todavía mujer.

Me cuentan que Llosa, refugiada ahora en su Perú natal, estaría solicitando la mitad de los bienes del escritor y una pensión compensatoria por su innegable dedicación durante el largo matrimonio. Es este punto el que inquieta y preocupa a Mario y especialmente a Isabel. Temen que la pensión sea excesivamente cuantiosa y resulte una sangría innecesaria por lo que, en el peor de los escenarios, Mario estaría dispuesto a negociar la repartición de sus bienes, aumentándola en alguna propiedad que satisficiera las querencias económicas. Me aseguran que Isabel sigue muy de cerca todos los movimientos del caso y aconseja, con cierto atino, los pasos que debe dar su prometido en su batalla contra el pasado. Tiempo al tiempo.

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