La CUP deja a Mas en punto muerto cuando ya se habla de un plan C
La segunda derrota de Artur Mas nos deja en una situación que no favorece a nadie. No sería de extrañar que el doble "no" que se ha llevado el "molt honorable" president tenga otra razón.
Es una verdadera lástima que Mas no alcance la Presidencia de la Generalitat. Su segunda derrota nos deja en una situación de punto muerto indefinido que no favorece a nadie. Y es que mientras Cataluña no tenga nuevo Gobierno los firmantes de la resolución independentista aprobada el lunes en el Parlamento autonómico tienen coartada para no mover un dedo.
Se quedarán en palabras amenazantes, desafiando la autoridad del Tribunal Constitucional de boquilla, pero sin dar un paso. Es una situación cómoda para ellos; mantienen el pulso sin verse obligados a pasar de las palabras a los hechos. Así que nos vamos a quedar de momento con las ganas de comprobar si los 21, los señalados directamente por el Constitucional, son tan valientes con el dedo, para votar leyes, como con la lengua, para proferir desafíos.
Una pena porque somos muchos los que estamos deseando que den un paso más para, ahora sí, enfrentarse a serias responsabilidades políticas y penales. Porque una cosa es hablar y otra es actuar con el aliento de la justicia en el cogote. Al final, cuando las cosas se ponen difíciles no es tan fácil ser un héroe, ni siquiera un héroe de la patria. "Se hará lo que se pueda, don Ramón", le decía Belmonte a Valle Inclán cuando este le pedía que muriera en el ruedo para terminar de escribir la leyenda del toreo.
Pues eso. "Se hará lo que se pueda don Artur", le dirán los 20 marcados por el Tribunal Constitucional cuando el presidente en funciones les pida que se inmolen por la patria. Una pena. Estaría bien que completasen de verdad el desafío para comprobar también hasta dónde se atreve a llegar el Gobierno.
Probablemente en esta ocasión a Mariano Rajoy, poco dado a coger al toro por los cuernos, no le iba a temblar el pulso. Por varias razones; porque el desafío es enorme y no queda otra que pararlo por las buenas o por las malas, y porque estamos a un mes y poco de las elecciones generales y en el PP saben que la firmeza en este caso vende mucho y da votos. Más aún cuando enfrente está el Partido Socialista de Pedro Sánchez que no se sentiría nada cómodo a la hora de apoyar, por ejemplo, la aplicación del artículo 155 de la Constitución.
Mucha defensa de España de palabra pero a la hora de pasar a los hechos tendría serias dificultades internas para hacerlo. Y eso también favorecería los intereses de Rajoy, por simple comparación. La gente está cansada, harta ya de los independentistas, y aplaudiría cualquier medida para pararles los pies. Es más, la masa gusta del linchamiento, la venganza y el escarmiento, por lo que la firmeza del Gobierno saciaría su sed, incluso si fuera algo excesivo en su mano dura.
Este análisis seguro que también lo hacen los de Junts pel Sí y los de la CUP. Saben que cuanto más lejos lleven el desafío más votos le dan a Rajoy. Y eso no les interesa nada. Por lo tanto no sería de extrañar que el doble "no" que se ha llevado Artur Mas en su intento de investidura forme parte de un plan.
Ese plan pasaría por fingir una desavenencia insalvable hasta después de las generales, con la esperanza de que el PP salga del Gobierno y en su lugar se ponga un Sánchez más proclive a hacer concesiones a los independentistas. Lo que el líder socialista llama "reconocer la singularidad" de Cataluña en la Constitución se traduce como ceder al nacionalismo privilegios y hacer españoles de primera y de segunda. Y eso, si no se puede conseguir la independencia, sería una dulce derrota del independentismo.