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El espectáculo de la "nueva política"

Los candidatos multiplican su presencia en bares, en revistas especializadas y, sobre todo, en programas de televisión; desde el de Pablo Motos al de Bertín Osborne.

Pedro Sánchez en "El Hormiguero".

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La crisis de credibilidad, no sólo de los políticos, sino de las instituciones, lleva a los estrategas de los partidos a buscar otras formas de acercarse al ciudadano. El seísmo político provocado por las fuerzas "emergentes", Ciudadanos y Podemos, ha forzado a PP y PSOE a reinventarse. Soplan nuevos aires de campaña electoral.

La volatilidad del voto que arrojan las encuestas y lo ajustado de los resultados obliga a extremar la precaución para evitar pasos en falso. Claro. Pero, a la vez, exige lanzarse a ofrecer una imagen de proximidad jamás vista hasta ahora. A la fuerza ahorcan. La actitud de Albert Rivera o de Pablo Iglesias hacia los medios de comunicación ha sido mucho más abierta que la que han podido mantener Pedro Sánchez o Mariano Rajoy.

Por ello, no puede sorprender que los candidatos multipliquen su presencia en bares, en revistas especializadas y, sobre todo, en programas de televisión, en donde se les ha visto (o se les verá) bailar o cantar con Pablo Motos, cocinar acompañados de Bertín Osborne o coquetear con los deportes extremos de Jesús Calleja. "Una visita a Motos, a Bertín o a Calleja vale más que una docena de telediarios", me comenta desde Génova un VIP popular de los que dan luz al partido sobre el humor de los españoles.

Un líder que se precie seduce al votante, lo que sin duda se consigue con estas incursiones televisivas que colocan al político directamente frente a la gente. Pero... cuidado, porque esa fórmula, mal calibrada, puede volverse en contra. Vean, por ejemplo, el debate que soporta Sánchez en sus filas tras su posado en esmoquin para la revista de moda femenina Harper´s Bazaar emulando a Steve McQueen. Esa aparición, justificada por el "aparato" del PSOE "para potenciar el sex appeal del secretario general", sólo ha conseguido crear un hondo enfado en sectores del partido que la han visto "frívola" y "machista".

Quizá los socialistas (y valdría igual para muchos populares) no están acostumbrados a ver a sus líderes mucho más allá del atril de los actos del partido. Deberán ir cambiando, puesto que la comunicación pide hoy potenciar la imagen de la clase política como personas normales. Y, lógicamente, la gente no esconde su vida diaria, ni sus alegrías y preocupaciones, ni sus gustos y aficiones. En suma: los españoles quieren representantes que se les parezcan.