El día en que el PP llevó demasiado lejos su injusticia con Montoro
El ministro de Hacienda tiene mucho que ver en esa "resurrección" económica de la que presumen los populares y, sin embargo, su partido no ha tenido una sola palabra de agradecimiento.
Cristóbal Montoro se ha sentido demasiadas veces mal tratado por su partido. Así lo ha venido expresando en conversaciones (más o menos) privadas estos últimos meses. Aunque, claro, todo es relativo. Cada moneda tiene siempre dos caras.
Porque, como contraatacan desde Génova 13 con una de esas preguntas que las carga el diablo: "¿Cómo puede sentirse agraviado quien ha sido secretario de Estado, dos veces ministro y en todo momento diputado nacional o europeo desde 1993?".
Sin embargo, Montoro sigue estando dolido con su formación política. Considera que el encargo que Mariano Rajoy le planteó en las navidades de 2011 de hacerse responsable de las cuentas de un Estado en ruina era todo un caramelo envenenado para cualquier político.
No le falta razón: su cartera como ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, en plena crisis económica, le convertía de hecho en el personaje más impopular del Gobierno y, además, en el que tenía la obligación de decir no a todos sus compañeros de Consejo de Ministros y a las Comunidades Autónomas.
Pero Cristóbal Montoro aceptó su papel sin reproches. Sabía que iba a ser mirado como la regañona señorita Rottenmeier de la popular novela infantil Heidi. Aunque lo que no esperaba es que algunas comunidades gobernadas por el PP llegasen incluso a pedir su dimisión. Y, luego, que sus compañeros le culpasen de cada fiasco electoral que iba apareciendo por el camino.
Montoro ha salvado la vida a cientos de miles de empresas con el FLA y el pago a proovedores
Además, seamos justos: Cristóbal Montoro ha sido el artífice de dos medidas, los planes de pagos a proveedores para los Ayuntamientos y los fondos de liquidez para las Comunidades Autónomas, que han salvado la vida a lo largo de la legislatura a cientos de miles de empresas e inyectado 120.000 millones de euros al meollo de la economía real.
O sea, millones de españoles han sorteado el paro gracias al ministro de Hacienda. Por más que nunca haya presumido de ello. De hecho, pienso honestamente que ambas acciones son las más importantes adoptadas por el Gobierno de Rajoy para salir de la crisis.
Mientras, sentado en su vetusto despacho madrileño de la calle de Alcalá, ha tenido que ver estos últimos días, cuando se han elaborado las listas para las elecciones generales, cómo las diferentes estructuras regionales de su formación, una tras otra, le han dado nones a la secretaria general del PP al proponer su nombre como candidato.
"Nadie quiere a Cristóbal en su lista", tuvo que reconocer por fin la secretaria general, impotente, quedándose sin opciones. "¿Ni Juanma (Moreno)?", señalan fuentes conocedoras de esos intríngulis que le preguntó Rajoy, incrédulo ante la actitud del presidente del PP andaluz. Porque en 2011 Montoro, que además es de Jaén, obtuvo un resultado excelente encabezando la lista por Sevilla.
Así que a Mariano Rajoy no le quedó otra que agarrar el toro por los cuernos y abrirle un hueco en su lista por Madrid. Por más que para ello necesitase sacrificar a Marimar Blanco desplazándola hasta el número 14 de la candidatura.
Y llegó Esperanza Aguirre
Pero esa intervención manu militari del presidente nacional del partido tuvo otros costes más. La presidenta madrileña del PP aprovechó la inclusión del ministro de Hacienda para darle un nuevo mandoble público a su nada apreciado compañero.
En principio, Esperanza Aguirre se negó en redondo a aceptarlo. "¿Cómo va a hacer campaña el partido de Madrid con Montoro en el número cuatro y tanta 'súper estrellita' monclovita en la lista?", se quejó a Cospedal.
Resguardándose frente a cualquier contingencia, Aguirre, intuitiva políticamente como nadie, logró con su actitud centrar en la opinión pública la idea de que la responsabilidad electoral futura es solamente del presidente del Gobierno, que ha inundado con su "guardia de corps" los puestos clave de la candidatura de la principal circunscripción de España.
Y ya puestos, además, la lideresa madrileña forzó la máquina para que alcaldes de su confianza, como Antonio González Terol y David Pérez, ocupasen puestos con pocas posibilidades iniciales de salida, pero que les permitirán, si su partido conquista otra vez La Moncloa y quienes les preceden en la lista dan el salto a la Administración, acceder como diputados a la política nacional, tal vez incluso dejando sus Ayuntamientos en manos de personas de mayor recorrido con Cristina Cifuentes.