El plantón a Sánchez en Sevilla
Debe verse como todo un mensaje del socialismo andaluz. En fin, un desaire en toda regla revelador de que el camino del candidato a La Moncloa y el de la presidenta de la Junta se han bifurc
Pedro Sánchez ha dejado atrás una apretada agenda preelectoral en Andalucía de la mano de Susana Díaz. Ambos líderes se esforzaron por aparentar delante de los focos un PSOE unido, que camina, empezando por el sur, hacia la reconquista de España. Pero las cosas no siempre son como parecen. Aunque, eso sí, los mandatarios socialistas tienen claro que no pueden permitirse más escándalos internos: se juegan hasta su modus vivendi. Así que toca cerrar filas. Hasta el 20-D.
La presidenta andaluza busca, y lo hace cada vez con mayor nitidez, un papel protagonista en la política nacional. En Ferraz lamentan que “no disimula a la hora de menoscabar la figura del secretario general ni de hacerle sombra”. Así, por ejemplo, ha planteado la urgencia de varios pactos de Estado, ha liderado una rebelión de barones marcándole el paso a Sánchez a cuenta de la reforma laboral o ha recibido en el Palacio de San Telmo a Duran i Lleida, por más que sólo se represente a sí mismo. Proyectar una imagen de lideresa más allá de Andalucía ha sido su prioridad.
Nada une a Díaz con Sánchez. Evidentemente. Ni visión política, ni discurso... ni siquiera recetas de la Thermomix, como sí ha llegado a compartir la baronesa socialista con Zapatero. Las malas relaciones entre la secretaria general andaluza y el líder nacional del PSOE han impedido el entendimiento. De hecho, estos días de gira de Pedro Sánchez por Andalucía se le ha podido ver por las cercanías de la estación de Santa Justa tomando unas tapas para cenar en compañía de algún amigo y de su directora de comunicación, Verónica Fumanal. Junto a ellos, Sánchez quiso ver al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, en El Hormiguero antes de subirse a dormir a la habitación del hotel. Pero ni rastro de Susana Díaz ni de su gente arropando a su secretario general fuera de los escenarios.
La solitaria velada de Pedro Sánchez en Sevilla no parece justificable con un simple recurso al “problema de agenda”. No. Las cosas discurren de forma distinta entre cordiales compañeros de partido. El plantón más bien debe verse como todo un mensaje del socialismo andaluz. En fin, un desaire en toda regla revelador de que el camino del candidato a La Moncloa y el de la presidenta de la Junta se han bifurcado. El 20 de diciembre, caben pocas dudas, marcará el fin de una etapa en el PSOE.