Nacionalismo desde las aulas, imponiendo idiomas
Sólo los partidos separatistas son claros en su propuesta educativa: quieren, como siempre, usar la tiza para extender el nacionalismo y los signos “nacionales” como las lenguas.
Hace ya muchos años que hay familias catalanas y vascas que tratan de resistirse a la imposición a sus hijos de las lenguas regionales. Imposición que viene haciéndose durante décadas, desde las instituciones y asociada a la extensión de los nacionalismos que de esas lenguas han hecho bandera. Imposición que ahora se extiende a Navarra, donde los inicios de Uxue Barkos en el poder no han podido ser más ilustrativos.
Navarra, una región donde según las propias instituciones éuskaras sólo un 3% de la población usa el vascuence como su lengua habitual y constante, se está convirtiendo en campo de batalla lingüístico gracias al escaso pudor y las prisas del consejero de educación, José Luis Mendoza. En muy pocos meses, el inglés en las aulas ha sido puesto más que en discusión, se han anunciado nuevas plazas de docente masivamente en euskera –sin proporción ni al uso real de esta simpática lengua ni a la demanda de su aprendizaje por los navarros-, se han colocado en puestos decisivos de la administración y la gestión educativa navarra a abertzales significativos y las protestas de los padres o los razonamientos de los docentes son completamente silenciados.
Vivimos estos días continuas convocatorias de concentraciones. Federaciones de padres, incluyendo a Herrikoa, y sindicatos, pero por supuesto sin LAB ni demás, se manifiestan desde los días 10, 11 y 12 contra la supresión de hecho del modelo educativo parcialmente en inglés (PAI en Primaria, British etc en Secundaria). A día de hoy, el modelo PAI está congelado y nadie sabe a ciencia cierta si los nuevos alumnos encontrarán docencia en inglés en la escuela pública en 2016, ni si los alumnos que salgan de ser educados en ese modelo encontrarán su lógica continuación en los Institutos.
No hay respuesta abierta de los políticos vasquistas, pero los hechos responden por ellos: si lo que cada vez más se demanda es docentes capaces de enseñar su materia en inglés, planear futuros nombramientos de funcionarios principalmente en vascuence significa que los políticos prefieren que se ofrezca y se elija la educación de o con euskera. Que no sería nada malo si fuese sólo eso, pero que implica un adoctrinamiento impúdico si lo que se va a hacer es lo que hace unas décadas padeció Vizcaya o aún más la aún más castellanoparlante Álava.
No debe extrañar que las familias y los maestros resistan a la imposición, ya que Álava es, sin ir más lejos, el ejemplo donde mirarnos. Se liquidará la docencia en o con inglés en cuanto sea posible, y se hará tan amable y fácil como se pueda la introducción del euskera por varias vías, incluso en nuestra Ribera que no puede precisamente presumir de haber perdido su identidad vasca: nunca la tuvo. Después, con el giro lingüístico vendrá el giro identitario e ideológico.
No otra cosa es esta “evaluación” del PAI. Se trata de liquidar en cuanto se pueda esta tímida innovación educativa de los últimos gobiernos de UPN, y de hecho a Mendoza le está sirviendo incluso el crecimiento del inglés para justificar una menor demanda de plazas en castellano, y ya de paso una mayor en euskera. Es un genio, el padre Mendoza: quizá nadie le ha explicado que puede convocar plazas con perfil lingüístico inglés (o francés, o alemán, si quiere… ah, es que NO quiere). La cuestión central es que preferimos futuros ciudadanos limitados, ignorantes y sin capacidad de comunicar, en nombre de una identidad limitada, inventada por unos tardo románticos y traída hasta el presente entre armas, sotanas y koljoses.
Padres, alumnos y profesores se han movilizado ahora para pedir continuidad de los mismos para el próximo curso 2016/2017, y para tratar de buscar estabilidad y formación del profesorado, y más recursos ante una demanda que, a diferencia de la educación con euskera vehicular, no cesa de crecer. El hecho es que nadie ha impuesto a nadie el PAI o cosa similar, lo que no puede decirse de las lenguas provinciales en otros sitios; y aunque puede haber loables razones de opinión pedagógica para oponerse al PAI, a menudo los motivos de los opositores son otros. Algunos ejemplos están a la vista: hay docentes sin capacitación lingüística que se oponen a que haya docencia en inglés… unos por convicción otros por interés. Desde luego es más fácil oponerse que estudiar. Y por otro lado siempre hay personas con la férrea voluntad de llevar el euskera hasta las fronteras y más allá (aunque ellos mismos no conozcan el idioma o lo hayan aprendido tarde y no por necesidad), que ven el inglés como un enemigo.
Nadie ha dicho ni querido decir, salvo como caricatura en el Diario de Uxue, que “El PAI sea la única vía de aprender inglés”. Eso es casi tan ridículo como soñar los valles bajos del Aragón y del Arga hablando batua como lengua nativa. Desde luego las Apymas movilizadas por el inglés se van a encontrar enemigos de todo pelaje y catadura, pero no han de olvidar que hacen esto por sus hijos, a quienes esa formación conviene, y para evitar su manipulación y adoctrinamiento futuros. Han hecho bien en ir a las calles, a los medios y al Parlamento: si no resisten los aplastarán.
Si no hay profesorado formado, que se forme o que se traiga de donde lo esté. Y que se convoque a oposición, sin miedo. No se trata de disquisiciones pedagógicas, ni de formar improbables bilingües, sino de formar alumnos y de hacerlo bien. Si van a evaluar la docencia en esos modelos para decidir su continuidad sobrará que sean tan amables y positivos como lo han sido durante décadas, mandase quien mandase, con la docencia de y en euskera.
¿Personalmente? Ni modelo D ni PAI, desde luego; si queremos calidad, pero calidad de verdad, no cálculos mercantiles ni resalsa politiquera vasca, lo que uno querría al menos para los mejores es un Bachillerato comme il faut, con sus siete años de latín y así. A ver si hay suerte. Mientras tanto, resistan ustedes con el inglés, que parece que les fastidia que lo aprendan los más jóvenes.