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@ElHuffPost: "¡Lávese la boca, señor Rivera, antes de decir 'sí se puede'!".
Como es sabido, el tuit citado recoge una declaración de Ada Colau.
La primera de las conclusiones a extraer es evidente: la Sra. Colau reclama la autoría del Sí se puede y, celosa de sus derechos de propiedad intelectual, niega a los demás el derecho a pronunciarlo.
Pero lo más importante es que la mentira se ha venido abajo. Tantos años convencidos de que el gran producto del marketing político del siglo XXI, Barack Obama, había sido obra de unos misteriosos y geniales gurús de la comunicación de más allá del Atlántico, oriundos del lejano estado de Illinois, y resulta que el autor del más exitoso eslogan de este siglo estaba ahí al lado, cruzando el Llobregat.
¿África? ¿Kenia? No. El origen -político- de Barack Obama está en El Guinardó, barrio natal de doña Ada.
En realidad, empezamos a sospechar que lo del asesoramiento al régimen bolivariano por parte de los cerebros de Podemos era pura coartada. Ya sea por modestia o por presumir de peligrosos, parece que la alegre pandilla de doña Ada nos había estado ocultando que, entre clase y clase, a quien asesoraba era al Premio Nobel de la Paz-Por-Venir.
Y la segunda de las conclusiones es igualmente evidente: el eslogan es sagrado. Tanto que sólo pueden pronunciarlo los ungidos por el sacramento podemita.
Los demás, ya se sabe: o a purificarnos previamente de nuestra perversa naturaleza burguesa y capitalista, para poder participar del éxtasis del “Sí se puede”; o condenados por los restos a “no poder”.
Mala suerte la de Pablo Iglesias. Una semana dulcificando su imagen para venderse mejor, y su compañera de mitin se carga tanto esfuerzo recordándonos a todos que la “máquina del amor” lo es porque apisona a todo el que no ame como ellos.