El despertar de las urnas, la espada de la fuerza
Luke Skywalker no aparece, como tampoco ha aparecido José María Aznar. El mismo día que termina la campaña electoral que puede cambiar todo, surge la séptima película de Star Wars.
Este 18 de diciembre ha sido un día de grandes cambios. Mientras que los políticos profesionales de España, y los aspirantes a serlo, terminaban una campaña sucia, violenta y confusa, millones de españoles piensan más bien en Star wars. VII El despertar de la fuerza, la séptima película que continúa la famosa saga diez años después
De momento, son 1356 pantallas de más de 400 cines de toda España, pues no en vano es la primera vez de los de Disney se ocupan del estreno. La saga, digamos la epopeya galáctica, garantiza su propio éxito. Algunos pensamos que, como película, sigue siendo la mejor la segunda (quinta en orden cronológico), ‘El Imperio Contraataca’, pero ahora mismo es lo de menos: lo cierto y verdad es que antes de empezar el viernes ya habían vendido 290.000 entradas y decenas de miles de trabajadores y estudiantes han trasnochado para ser los primeros en disfrutar del estreno.
Por otra parte, es normal que una generación nueva quiera ver en acción de nuevo a Han Solo (Harrison Ford), a la princesa Leia Organa (Carrie Fisher) y a Luke Skywalker (Mark Hamill). ¿O no? Porque una de las cosas que más llama a ver El despertar de la fuerza es que no se sabe ni cuándo aparece Skywalker… ni de qué lado de la ‘Fuerza’ aparecerá.
J.J. Abrams como guionista y como director de serie y de cine ha demostrado que era capaz de hacer esto. Ante Star Wars no hay neutrales ni indiferentes, y de hecho tres o cuatro generaciones de españoles saben ya, de un modo y otro, con qué personaje, actitud y bando de la serie se identifican. Lo mejor de la saga es que no hay buenos perfectos ni malvados sin partes atractivas, y que combina con buen criterio amor, heroísmo, cobardía, humor y un poco de varios géneros a la vez. Una sociedad puede verse retratad entera en aquella Galaxia lejana.
Eso sí, a la vez que se enciende la luz en la última entrega de La guerra de las Galaxias tenemos los últimos sablazos de la campaña electoral y los inicios de unas elecciones decisivas. Tampoco en ellas hay nadie perfectamente bueno, un totalmente malo (bueno, excepto Bildu Batasuna y derivados), e incluso ha habido quien ha intentado ser neutral. La campaña ha terminado con un Palpatine, el Emperador Rajoy, atacado por un colono de un planeta lejano, y con un jedi de la radio y las redes, como es Federico Jiménez Losantos, exhibiendo una nieva espada láser, o libro, en defensa de los valores permanentes de la república que considera más que amenazados y traicionados.
Se ha puesto de moda estas semanas explicar que hubo en tiempos otro Mariano Rajoy diferente, un Rajoy que sí fue de derechas, un Rajoy capaz de leer y hasta de defender autores malditos o peligrosamente de derechas como fueron y son desde Gonzalo Fernández de la Mora hasta Alain De Benoist. Puede ser que así fuese, pero entonces la verdad es una: o aquel Rajoy se traicionó a sí mismo y a los creadores y votantes de su AP-PP y pasó al lado socialdemócrata de la Fuerza, al que ahora sirve, o directamente nunca entendió nada y nunca ha sido otra cosa que fiel a su ascenso personal, Marca en mano.
En el fondo importa bien poco, tanto como si Anakin había sido o no un buen niño, cuando fue niño. A día de hoy, en la batalla que se libra, importa más bien saber si sigue habiendo alternativas dignas de interés en la Fuerza o fuera de ella, o más bien si todas las grandes opciones de las urnas dicen lo mismo sólo que con distintos ropajes y palabras. Eso sí, si se llegase a la conclusión, en las elecciones o más bien tras ellas y viendo la Alianza que haya de venir, de que todos son iguales, padre e hijo, sólo quedará la opción de buscar y reunir a los escasos y verdaderos eternos rebeldes que lo sean de verdad contra todo el montaje. Por ellos y con ellos combatiremos quizás como rebeldes en las entregas que quedan de la saga, que seguramente serán más de las previstas dos.