El cielo puede esperar: ahora toca el asalto al poder
Ni rastro de aquello que nos vendieron como nueva política. Ellos son la nueva casta, orgullosa de serlo y dispuesta a hacer valer su autoadjudicada superioridad moral
El trile de senadores y diputados, las jugadas bajo mano, los chanchullos con patente de corso, el desprecio absoluto de las ideologías ajenas, las medias verdades editadas a conciencia para que parezcan verdades absolutas y, en definitiva, el todo vale, no solo no han desaparecido de la política sino que ahora se practican con una desfachatez de la que solo son capaces de hacer gala quienes confunden el culo con las témporas y los cargos institucionales con el patio de su casa.
Viendo cómo se las gasta esta nueva generación de "señorías" una no puede dejar de preguntarse de dónde sale tanta amargura reconcentrada, tanto descaro al no intentar ni siquiera disimular su deseo de trampear las normas establecidas para hacerse con el botín en metálico, tanto desprecio por la palabra dada con tal de salvar el pellejo.
Hemos pasado de los políticos de raza a los "profesionales" y de estos, a los que se matan por conseguir los privilegios que dicen combatir. Y eso en el mejor de los casos, porque en el peor, estaremos dejando nuestro presente y nuestro futuro en manos de quienes viajan a Venezuela en el avión de Nicolás Maduro. Lo acaba de revelar Antena 3 con unas imágenes captadas hace un año en Barajas en las que se ve a Ana Gabriel, dirigente de la CUP, a María José Aguilar, miembro destacado de Podemos y al padre de la etarra Kikitza Gil San Vicente, pareja de David Pla, último jefe político de ETA, embarcando en un avión de las fuerzas armadas venezolanas enviado por Maduro para recogerles. Lo mejor de cada casa
Es con algunos de estos con quien va a gobernar ese otro exponente de la "política resentimiento" que es Pedro Sánchez. Ya lo dijo poco antes de las elecciones uno de los aspirantes al asalto celestial: "Estamos hartos de los políticos corruptos. Ahora nos toca a nosotros". En ello están. Y ojalá que solo sea eso.