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¡No sin mis ministerios!

¿Caricatura? Es seguro que casi todo el mundo lo piensa. Pero ahí están los programas de La Tuerka, los vídeos de la Complutense y la hemeroteca para que no podamos decir que no nos avisaron

Iglesias quiere el CNI, jugoso apéndice de la Vicepresidencia del Gobierno.

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‏@Pablo_Iglesias: “Hemos hecho una propuesta de gobierno seria y Rajoy ha dado un paso atrás. El cambio es posible. Espero que el PSOE esté a la altura”.

Primer acto, 13 de enero de 2016: “Nunca más un país sin su gente y sin sus pueblos”.

Ésta es la fórmula sacramental con la que todos los diputados electos de Podemos terminaron su toma de posesión en el Congreso. Naturalmente, acompañada del puño en alto (con la mano derecha, que la izquierda la mantenían afanada en sostener la chuleta con las cinco líneas que la emoción no les permitió memorizar).

La pregunta que tal mantra provoca de inmediato es inevitable: ¿y qué era España hasta ese momento? ¿El agujero de un hula hoop, tal vez? ¿El interior de un buñuelo de viento? ¿El burato de un flotador sin niño?

2016 o el I Año Triunfal de una España habitada -o sea, con gentes y con pueblos-.

En definitiva, Podemos en estado puro. O, si se prefiere, la versión podemita de un Julio Iglesias recuperando a Armando Manzanero: Podemos haciendo el revival del entrañable adanismo de Zapatero, que ingenuamente creíamos enterrado con la eficacísima Alianza de Civilizaciones y la insuperable Teoría del Crecimiento Negativo.

Segundo acto, 22 de enero de 2016: rueda de prensa de Pablo Iglesias, en la que se pide en el Gobierno de Sánchez la vicepresidencia y seis ministerios. Se confirma así que la fórmula ritual de la toma de posesión fue mal escuchada. En realidad, la empleada fue “Nunca más un país sin su gente y sin sus pueblos… y sin sus ministerios”. Obviamente, ministerios que merezcan tal nombre en cuanto que ocupados por los líderes de Podemos, que los habidos hasta ahora no eran más que vicarías de palanganeros a sueldo de los Poderes Explotadores en la Sombra.

Entre los ministerios elegidos, los de Interior, Defensa, Educación y Economía. Y no lo olvidemos: el CNI, jugoso apéndice de la Vicepresidencia del Gobierno pedida para sí por el Sr. Iglesias.

La meta es clara (porque también lo es -tanto, que hasta roza la ingenuidad- el modelo que se imita): el triunfo de la Causa por las vías habituales de desinfectar el país de los que piensen distinto (Interior y CNI), formar un nuevo Ejército afín para reprimir la resistencia futura (Defensa), controlar la caja para subsidiar la pobreza y alimentar el clientelismo (Economía) y adoctrinar en el nuevo credo para sustituir ciudadanos por una masa uniformada de pensamiento único (Educación).

¿Caricatura? Hoy, es seguro que casi todo el mundo así lo piensa (desde luego, la gran mayoría de sus cinco millones de votantes). Pero ahí están los programas de La Tuerka, los vídeos de la Complutense y la hemeroteca para que mañana no podamos decir que no nos habían avisado.

En todo caso, no hay por qué preocuparse: contamos con la dignidad del gran estadista Sánchez, que se resistirá heroicamente a la humillación… Bien pensado, sí hay por qué preocuparse. Pero no desesperemos: siempre nos quedarán las montañas del Caurel. Poco más altas eran las de Covadonga y a don Pelayo le bastaron.

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