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Pedro Sánchez calla ante el órdago de Iglesias con el PSOE en shock

El líder del PSOE no está dispuesto a respetar las líneas rojas, no pactar con Podemos mientras defienda un referéndum en Cataluña y no llegar al poder mediante el apoyo independentista.

Pedro Sánchez calla ante el órdago de Iglesias con el PSOE en shock

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Hace unos días un miembro del Ejecutivo en funciones nos decía a un grupo de periodistas que la reunión entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez debería haberse celebrado en las dependencias del Gobierno en el Congreso porque esa iba a ser la única oportunidad del socialista de pisar esa zona de la Cámara Baja. Y es que, según dijo, estaban convencidos de que Sánchez no lograría la investidura y que ahí Rajoy tendría su oportunidad. Inmediatamente le preguntamos cómo iba a conseguirlo si necesita al PSOE y Sánchez no va a facilitar nunca un Gobierno del PP. La respuesta fue inquietante. “Es que a lo mejor no está Sánchez”.

No sabemos si en el Gobierno se autoengañan o si tienen datos que les lleven a pensar en la caída del líder del PSOE si no consigue la investidura. No sería descabellado que presentara la dimisión, aunque parece poco probable vista su capacidad para agarrarse al sillón.

Lo que está claro es que aquí alguien no dice la verdad del todo. No es normal que Sánchez esté tan lejos de la investidura como parece y, sin embargo, se comporte casi como si fuera ya el presidente del Gobierno, con reuniones sectoriales a diario, con planes preparados ya para cambiar TVE a su antojo, tal y como ha desvelado ESdiario. O la cosa está más hecha de lo que ambos dicen (no lo creo) o Sánchez delira o, quizás sea lo más probable, está dispuesto a bajarse los pantalones hasta los tobillos. O las tres a la vez, que todo es posible.

Los hechos no invitan al optimismo sobre las verdaderas intenciones del socialista. Más bien todo lo contrario. Es probable que Iglesias y él no tengan ahora mismo nada acordado pero también es probable que ambos tengan la convicción de que el pacto es posible. En realidad tienen ganas, pero el líder de la coleta juega fuerte porque tiene la sartén cogida por el mango y quiere sacar toda la tajada posible. Por eso le pone encima de la mesa un programa, le diseña el Gobierno (incluídos ministerios y secretarías de Estado), se nombra a sí mismo vicepresidente plenipotenciario y le exije un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Es decir, le orina encima. Y Sánchez calla en lugar de responder ante esa humillación. No ha abierto el pico. Sólo a través del portavoz parlamentario, Antonio Hernando, ha hecho alguna tibia crítica que suena a llenar el expediente más que a otra cosa.

Ese silencio ante el agravio no es lo único que delata a Sánchez en sus verdaderas intenciones de tragar con todo con tal de alcanzar La Moncloa. Lo que de verdad le incrimina es ese conejo que se ha sacado de la chistera: la consulta a las bases de un hipotético acuerdo para la investidura. Está claro que bajo la apariencia de acto democrático sin igual lo que se esconde es un deseo de saltarse a la torera al Comité Federal y obligarle a votar -si lo consigue- un pacto aprobado por los militantes. A ver quién se opone a eso. Y, claro, hay que preguntarse por qué iba Sánchez a querer ningunear al Comité Federal.

La respuesta es muy obvia, porque no está dispuesto a respetar las líneas rojas que le han marcado por escrito y que son dos: no pactar con Podemos mientras defienda un referéndum en Cataluña y no llegar al poder mediante el apoyo activo o pasivo de los independentistas. Dicho de otra manera, Sánchez no tiene ninguna duda de con quién quiere pactar ni de lo que está dispuesto a ceder, que es prácticamente todo. Su único obstáculo es vencer la resistencia que puede encontrar en su propio partido. Y en ello está.

Así que si sumamos sus ganas de llegar a la Moncloa -que es su única tabla de salvación política- a todas estas evidencias -su silencio ante la humillación de Iglesias y la artimaña de la consulta a los militantes- la cuestión parece evidente: Sánchez quiere pactar con Podemos y dejarse investir por los nacionalistas. Lo demás, las conversaciones con Ciudadanos principalmente, son fuegos de artificio, maniobras de distracción y ganas de engañar al personal. El líder del PSOE ha tenido un camino claro en su cabeza desde la misma noche del 20-D. Otra cosa es que consiga recorrerlo por completo. Pero no hay duda de que lo va a intentar hasta la extenuación.