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Tácticas, tacticismos y estrategias en el "parto de la montaña"

Cuando dentro del PP ya empezaba a calar la idea de que esta vez a su líder le había salido el tiro por la culata, Ciudadanos les ha a devuelto la fe

Tácticas, tacticismos y estrategias en el "parto de la montaña"

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No falla: en cuanto parece que Pedro Sánchez está a punto de convertir la madeja en un ovillo, llega alguno y le enreda el asunto. Primero fue Podemos sacando los pies del tiesto con un programa de máximos en el que solo les faltaba reclamar el control de la flota pesquera y de las páginas amarillas. Ahí, Sanchez comenzó a tambalearse, pero lejos de caer, se agarró al mástil de Ciudadanos demostrando una capacidad para la estrategia que hizo levantar las cejas a más de uno en Génova 13.

Sánchez aplicaba la vieja táctica amorosa de decirle a Podemos que no para tener a Iglesias todo el día pensando en él y en cómo conseguir que le diga que sí. Brillante. Hubo un momento incluso, en que parecía que la jugada le iba a salir bien. El problema es que la nueva política consiste fundamentalmente en demostrar que uno no se apea del burro a la primera de cambio mucho y menos para facilitarle el camino a los de siempre. Iglesias no contempla soltar el mango de la sartén y Rivera solo está dispuesto a negociar su abstención. El primero quiere el control; el segundo, poder mantenerse en su papel de "aprietatuercas" obligando a los demás a cumplir con parte de su programa electoral hasta que las urnas le permitan aplicarlo por sí mismo y al completo.

A Sánchez se le tuercen los renglones, se le complican las ecuaciones, se le imanta la brújula. Rajoy vuelve a creer que hay una oportunidad, pero a nadie se le escapa la dificultad que tendría para explicarle al Rey por qué esta vez sí aceptaría intentar la investidura teniendo exactamente los mismo apoyos que tenía antes: cero, que es el resultado de seguir creyendo que no necesita a nadie, que, miren por dónde, es precisamente el error morrocotudo en el que ha estado instalado estos cuatro últimos años y el que en gran medida nos ha colocado a todos frente a este tablero enloquecido en el que unos se enrocan, otros amagan un jaque y algún peón se cree el rey del mambo.

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