Una alargada sombra se cruza en el tortuoso camino de Belén y de Toño

Es el tócame Roque. El ni contigo ni sin ti que está revolucionando los medios de comunicación. Todos hablan de uno de los escándalos más sonados de los últimos tiempos. Y lo que te rondaré morena. Belén Esteban sigue encadenada al pasado y busca responsables para el desbarajuste de sus cuentas corrientes. Incide en que, cada día, se entera de nuevos engaños y desfalcos por parte de Toño Sanchís, su exrepresentante. ¿Lo último? La confesión desgarrada de Belén confirmando que su libro de memorias es más bien de desmemorias. Belén asegura que gran parte de su obra literaria está plagada de mentiras y omisiones. La colaboradora se mostró arrepentida y, de nuevo, señaló con el dedo acusador a su ex representante. Dicen que es Toño -muy a su pesar- la mano que mece la cuna en tiempos revueltos. Nada tienen que ver las palabras que la rubia le dedicaba en sus horas más bajas a las que ahora pronuncia cuando se refiere a él.

Por su parte, Toño sigue mirando hacia otro lado. Ha encontrado su camino en el mundo del espectáculo, a pesar de que en los últimos días ha contabilizado una nueva decepción. No me refiero a la traición sangrante de El Héroe, sino a la aparición en escena de Dinio García. El cubano, con el que Toño iba a realizar un espectáculo con gogós en Barcelona, se desmarca ventilando aspectos muy controvertidos de su exsocio. Me cuentan que asegura tener munición para demostrar que Sanchís es desleal en todos los aspectos. Tira a dar, pero no será fácil que haga diana. Sobre todo porque, entre otras cosas, Dinio yerra al explicar cómo Toño conoció al empresario con el que ahora trabaja.

Si la investigación prospera, lo más inteligente será llegar a un pacto

Lo que está claro es que la Agencia Tributaria ha empezado -según me explican con vehemente seguridad- una investigación para descubrir qué está pasando en este caso tan mediático. Ambos saben que Cristóbal Montoro les sigue de cerca. Por eso me extrañaría que la sangre llegara al río. Tendrán que resolver sus diferencias de una manera rápida y poco torticera, emulando al pacto que su día alcanzaron los hijos de Rocío Dúrcal con mi querido y añorado Antonio Morales. No hay otra opción, a no ser que Toño y Belén estén dispuestos a mojarse más de la cuenta. Y quizás el charco es excesivamente profundo. O tal parece.