Rajoy recapacita y consulta a sus íntimos si debe irse para dar impulso al PP
Las encuestas y los ecos de la militancia que llegan a Génova 13 han hecho mella en el presidente de los populares, que por primera vez se plantea si su marcha es parte del remedio.
Mariano Rajoy parece dispuesto a que sus ambiciones políticas no acaben con la undécima legislatura. Eso es lo que empieza a difundirse desde su entorno. Sin embargo, si eso es así, el asunto se le está yendo de las manos, porque el debate sobre el futuro del presidente del Gobierno en funciones ha saltado a las encuestas. Y en todas existe la percepción de que Rajoy debería echarse a un lado y dar paso a una cara nueva si quiere que sus siglas afronten unas hipotéticas elecciones con ciertas garantías de una holgada diferencia con sus adversarios. El líder del Partido Popular lo sabe perfectamente. Sobre su mesa se han ido acumulando diferentes estudios demoscópicos, según cuentan a ESdiario fuentes de absoluta solvencia.
Rajoy es tan consciente de ello que está manteniendo estos días una amplía ronda de consultas con destacados miembros del Gobierno y representativos barones del PP para decidir su propio futuro. Entre los consultados, claro, su círculo más próximo: la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, o los ministros José Manuel García-Margallo, Ana Pastor, Jorge Fernández Díaz y José Manuel Soria, entre otros. Las mismas fuentes amplían esos contactos al gallego Alberto Núñez Feijóo y a la madrileña Cristina Cifuentes. El presidente ha escuchado la opinión y los argumentos de cada uno de ellos. Sólo en caso de dudas, y a todas luces Rajoy debe tenerlas, resulta natural semejante despliegue de conversaciones.
Quizá por ello dos de los consultados, Núñez Feijóo y Cifuentes, elogiasen este lunes la legitimidad de Rajoy a la salida del Comité Ejecutivo Nacional del PP. La presidenta de la Comunidad de Madrid advirtió de que su partido ya tiene líder: “Se llama Mariano Rajoy” y “ha recibido el apoyo prácticamente unánime del partido”. En similares términos, el presidente de la Xunta zanjó: “Cuestionar al que gana no es muy democrático”.
No cabe duda de que Rajoy tiene que retrasar esa supuesta renuncia. Porque su figura en ese caso sería aún más vulnerable y el PP viviría en una peligrosa provisionalidad política ante una eventual investidura “fallida” de Pedro Sánchez y la consiguiente cuenta atrás para unas nuevas elecciones. Lógicamente, nadie en política enseña sus cartas mientras dura la partida.
El silencio ante la corrupción puede llevarse por delante a toda una generación en el PP, la inmediatamente posterior a Rajoy
Pero ya puede Mariano Rajoy reclamar hasta la saciedad a los suyos tranquilidad ante la corrupción, que el goteo incesante de casos que implica de lleno a miembros de su partido le coloca en una situación casi insoportable. En las actuales circunstancias, con los escándalos deteriorando su imagen cada día, sus opciones para mantenerse en La Moncloa se presentan negras. Muy negras. Lo que aumenta la verosimilitud de la vía de retirada. Y ello a pesar de los cierres de filas y los golpes de pecho que pueden llevarse por delante, por su silencio, a toda una generación política del PP: la inmediatamente posterior a la de Rajoy.
Lo cierto es que pocos en el Partido Popular se hacen a la idea de que el electorado pueda soportar otra carrera a las urnas con Mariano Rajoy al frente. Su rédito está agotado. Por más que también sea verdad que el PSOE, con Sánchez al frente, tampoco ofrece una alternativa estimulante para los españoles.