Sánchez, atrapado por el doble discurso socialista sobre la unidad de España
Mientras el PSOE firma contra un referéndum en Cataluña, el PSC vuelve a las andadas y aboga por el derecho a decidir. Sánchez intenta aprovechar la ambigüedad para quedar bien con todos.
Que el PSOE tiene problemas a la hora de defender un discurso único sobre España en todo el territorio nacional es algo que está fuera de toda duda. Es un problema que aparece y desaparece como el Guadiana pero que siempre está ahí, de fondo, latente. Ahora ha vuelto a surgir en el peor momento. Mientras Pedro Sánchez firma con Ciudadanos la defensa supuestamente a ultranza de la unidad de España, la número dos del PSC y alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, Núria Parlon, defiende en público el derecho a decidir y reconoce que el PSC “tiene un problema con el PSOE” en este asunto. A su juicio ya debería haberse celebrado una consulta legal en Cataluña. En términos parecidos de apoyo al derecho a decidir se ha manifestado el nuevo secretario general de UGT, José María Álvarez, que es militante sin cargo del PSC. Por si fuera poco, el voto o la abstención de los socialistas ha permitido a casi un centenar de ayuntamientos catalanes adherirse a la Asociación de Municipios por la Independencia.
Y mientras tanto, Sánchez se envuelve en la bandera de España -como hizo en un acto del PSOE al presentar su candidatura a la Presidencia del Gobierno- o firma con Albert Rivera un pacto en el que, entre otras cosas, se puede leer que los dos partidos se comprometen a “oponerse a todo intento de convocar un referéndum con el objetivo de impulsar la autodeterminación de cualquier territorio de España”. Es más, en las últimas horas ha votado a favor de una moción de Ciudadanos en el Congreso en la que se “reafirma” en poner en marcha “todas las iniciativas que el Estado de Derecho permita para frenar cualquier acción de cualquier gobierno autonómico u otras instituciones del Estado que pretendan subvertir el orden constitucional”.
Esa firmeza es incompatible con los mensajes que lanzan los socialistas desde Cataluña que hasta hace cuatro días llevaron en su programa el derecho a decidir. Tampoco casa con las manifestaciones de algún exministro de Zapatero que, como Miguel Sebastián, han defendido en público que la solución para Cataluña pasa porque los catalanes voten su futuro.
Sánchez intenta templar gaitas con su visita al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. En un ejercicio de funambulismo político trata de quedar bien con todos a la vez. Pero eso es imposible. Ya de por sí la reunión con Puigdemont es cuestionable en un momento en el que su Gobierno mantiene un desafío total a España con pasos diarios hacia la independencia. Recordemos que el Rey, por este mismo motivo, se negó a recibir en Zarzuela a la presidenta del Parlamento catalán.
Pero Sánchez nada y guarda la ropa. Parece cada día más evidente que la puerta a un pacto con Podemos se abre de nuevo. Y eso pasa por la abstención de los independentistas. Resulta difícil dejar fuera de ese contexto la visita a Puigdemont. Más aún cuando el líder socialista utiliza un lenguaje ambiguo tras la reunión: “Queremos que la sociedad catalana vote primero la Constitución, luego la relación de Cataluña con el Estado español”. La frase es tan abierta que admite cualquier interpretación. De hecho está cuidadamente estudiada para que así sea, para que cada cual la lea a su gusto.
No en vano si Sánchez llega a presidente del Gobierno tendrá que hacer un encaje de bolillos con las palabras para que parezca ante sus militantes que se opone a un referéndum en Cataluña y todo lo contrario ante Podemos. No tardaremos mucho en verlo.