Isabel Pantoja recae en viejos vicios escasos días después de salir de la cárcel

Isabel Pantoja apaga fuegos al tiempo en que se prepara para su rentrée musical. Parece dispuesta a rememorar la expectación que causó cuando reapareció tras convertirse en la viuda de España. En esta ocasión no habrá presencia real entre el público, pero sí mucho morbo y la innegable satisfacción de sus seguidores al verla sobre las tablas de las que nunca debió bajarse. Ni siquiera por la codicia por la que acabó desterrada. Pero Isabel no tiene remordimientos. No siente necesidad de hincar la rodilla para pedir perdón. Ya no. Es más Pantoja y menos niña tras su puesta en semi libertad. Nada queda de aquellas buenas intenciones con las que abandonó el centro penitenciario. La indomable presencia de Agustín, su brazo armado, ha devuelto la soberbia y la acidez.

No hará rueda de prensa para reconciliarse con los medios, aunque sí presentará su nuevo trabajo discográfico ante la prensa especializada. Quiere controlarlo todo, aunque ya se ha hecho efectivo el contrato con Universal Music del que este que les escribe habló en exclusiva hace unos días. Será la discográfica la que se encargará de concretar los escenarios en los que deslizará sus batas de cola. Será extensa y agitada, aunque como condición sine qua non Isabel quiere prestar atención a la prensa que reciba invitaciones para acudir a sus recitales. Es su particular batalla contra aquellos que han cruzado todos los límites. Quizás también se reservará el derecho de admisión sobre sus hijos, quienes han avivado el fuego solo por dinero.

Pero Isabel no sólo tiene el apoyo de Agustin y de Universal. En los últimos días mantiene constantes conversaciones con Juan Gabriel, el divo de Juárez, que como ya expliqué le propuso cruzar el charco para que se estableciera en México y se alejara de la España crucificadora. Quiere venir a verla. Quiere perfilar también parte de los flecos pendientes del disco que sus fans proponen que se llame "Mi segunda vida" pero solo lo hará si Agustín desaparece de su vista. Juaga es tajante e inmisericorde. Ay, ay, ay.