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La carta a Belén Esteban que nunca hubiera querido leer

Tras semanas de enfrentamientos en televisión, ESchismógrafo publica una misiva que podría dar un vuelco a la historia que le distancia de ciertos periodistas.

Belén Esteban ante la carta más importante

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Querida Belén. Soy yo. El bufón de Toño. El mismo que hace unos años secaba tus lágrimas, te tranquilizaba y te protegía en las escaleras de un lugar cualquiera de Telecinco. Sí, soy yo. El mismo que te comunicaba los temas del programa, que intervenía en directo para brindarte mi apoyo en tus tiempos difíciles y el que te escribía mensajes para preguntarte si te encontrabas mejor. Sí, soy yo. El mismo. Pero ahora me ves con otros ojos. Ya no soy el periodista afable y simpaticón. No. Ahora me he convertido en un bufón. En el bufón de Toño. En su correveidile, en un mercenario con nómina, en un trapacero que se subasta por publicidad, en un portavoz mediocre. En un triste. En un vendido que merece migajas.

No me perdonas que no te rinda pleitesía ni baile a tu son ni que escuche a Toño

Percibo que no me perdonas que haya abandonado el redil y que no aplauda tu inventiva. No me perdonas que haya puesto en tela de juicio tu ingenuidad y que me pregunte cuantos gramos de distorsión hay en todo lo que cuentas. No me perdonas que no te rinda pleitesía como la Princesa que eres. No me perdonas que no baile a tu son ni que escuche la versión de Toño, desquitado de mordazas y dictaduras.

Ahora te molesto porque ejerzo mi profesión con la libertad que me inculcaron

Por eso me preocupa que tu herida deje tanto rastro purulento cada vez que te cuestiono. Ya ni siquiera entiendes que haga mi trabajo. El mismo que antes enaltecías cuando hablaba con Fran y te transmitía en público -siempre en público- cuánto te amaba y lo mucho que te necesitaba. El mismo trabajo que te hacía sonreír cuando Carmen Bazán declaraba que te echaba de menos o cuando convencí a la ex cuñada de la Campanario para sentarse en un plató para explicar lo quisquillosa que era. Ya no. Ahora te molesto y me repudias porque ejerzo mi profesión con la libertad que me inculcaron mis maestros. Los de la universidad y los de la calle.

Pero soy yo. El mismo. El bufón de Toño. El que ha buscado y encontrado documentación. El que ha decidido confiar en la presunción de inocencia. El que ha enumerado las incoherencias y contradicciones que has tenido en todo este berenjenal económico. Pero ahora ya no te gusta mi memoria ni la forma en la que me implico con mi trabajo. No, ahora ya no me felicitas por saber la otra versión como cuando logré que Amador Mohedano reconociera sus aventuras extra matrimoniales de las que tanto habías hablado. Ya no.

Es la hoja de ruta, la tuya, la de quien quiere dominarlo todo

Ahora soy malo. Soy lo peor de una profesión, corrompida per se, por escuchar y hacer entrevistas amables y cercanas. No soy lo conciso y lo rápido de hace unos años. He perdido facultades. Pero no es la primera vez que me pasa, Belén. La tuya es la tónica habitual de personajes que lo fueron todo y se les perdonó todo. Es la hoja de ruta de quien quiere dominarlo todo y no es capaz de meter todos los huevos en la misma cesta. Acaso, quizás acaso, eres también de esos que no se andan con medias tintas y enarbolan aquello del "contigo o contra ti". Si es así, me temo que tiene difícil solución. Sobre todo porque, a pesar de tu insistencia, seguiré como hasta ahora. Sin miedos. Defendiendo mi profesión y la forma libre, sin ataduras, con la que la ejerzo. Recuerda que la vida es cíclica. Pero que no siempre se te puede dar la razón. Porque no

siempre la tienes.

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