Todos somos del Leicester
Todos somos del Leicester. Y de Carolina Marín. Y de Mireia Belmonte. Y de los All Blacks. Y de los Warriors. Y de Carlos Lozano. Y de Jon Nieve. Y de todo lo que mola.
Todos somos del Leicester a pesar de que no sabemos situarlo en el mapa, ni sabemos su gentilicio, ni cómo se llaman los hinchas, ni si se pronuncia leichester o leister. Por no saber no sabemos, ni siquiera, el nombre de ninguno de los jugadores. Pero somos muy del Leicester.
Todos somos de Carolina Marín a pesar de que no sabemos dónde ha nacido, tampoco sabemos si durante el año juega en algún equipo, o dónde entrena. Por no saber no sabemos, ni siquiera, las reglas de ese deporte con raquetas que pesan poco y unas plumas que dicen que se llaman volantes, pero que eso no puede ser, porque los volantes son lo de las carreras de Fernando Alonso, que de eso sí que somos a muerte todo el año; menos cuando pierde, que vaya mierda de coche tiene.
Todos somos de los Warriors a pesar de que tampoco sabemos muy bien de qué ciudad son y, si lo supiéramos, por supuesto, tampoco sabríamos colocarla en el mapa. También somos muy de Curry, del que lo único que sabemos es que cada mañana mi primo el friki sube un video de cinco segundos con un triple desde Cuenca. Madre mía los Warriors; cómo juegan, niño.
Tenemos en este país la sana costumbre de ser muy borregos y dejarnos llevar por la corriente que nos marcan las modas. Vivimos con una absoluta dependencia de comentar temas de mierda a la mañana siguiente en la oficina-trabajo-universidad-cola del INEM. ¿Que me gusta Gran Hermano? Pues mañana lo comento. ¿Que no me gusta Gran Hermano? Pues mañana lo critico. Lo que sea con tal seguir siendo uno de los países menos productivos del mundo. Cualquier gilipollez nos vale para escaquearnos cinco (o treinta) minutos de nuestra aburrida realidad.
Empieza Rolland Garros; ah, pues somos muy de Rafa Nadal. Empieza el Tour; siempre hemos sido muy de Contador. Y creo que este verano son los Juegos Olímpicos; madre mía, ahí sí que vamos a ser de todo: de Las Guerreras, de las Sirenas, de Los Hispanos, de la ÑBA y de la madre que parió al que inventó todos estos absurdos apodos. De David Cal también somos, el de las piraguas esas, ¿no? ¿Que ya se ha retirado? Qué más da. Y del waterpolo femenino somos a muerte, que los entrena Miki Oca, que era colega del de ‘Hermano Mayor’; ¿que si conocemos el nombre de alguna de las jugadoras? Pues no, pero somos muy del waterpolo, faltaría más.
Somos de muchas cosas. Y lo que somos también es un poco gilipollas. De trabajar y de estudiar; de eso ya somos menos.