Diez razones de los Pablos contra Mariano Rajoy
¿Votar a Rajoy por miedo a Pablo Iglesias, como pide Pablo Casado? Tendría sentido si el PP hubiese cumplido cuando ha podido. Pero se ha limitado a asumir el programa de los otros.
Decía el otro día que las concesiones de Íñigo Méndez de Vigo –ante el sanedrín separatista de educación- son la guinda de un pastel de heces. Me quedé corto: la LOMCE fue una de las pocas cosas de enjundia hechas en la anterior legislatura, respondiendo en parte a los compromisos históricos del viejo PP, y están dispuestos a claudicar en este ambiente preelectoral. Si a la rendición educativa sumamos unos cuantos aspectos más, de los que siempre habían preocupado a la derecha social, que a nadie sorprenda que las listas de Mariano Rajoy pierdan por un lado más votos de los que ganen por el otro.
Entiendo perfectamente que esto no les preocupa, pues el partido de la lideresa moral Celia Villalobos, amén de su siempre bien pagado pero nunca rentable marido, cuenta con el "voto del miedo" sin contrapartidas. El escalador Pablo (Casado) continúa haciendo méritos con el mensaje oficioso, "El único voto útil para que no gobierne Podemos es el PP". No es verdad. Pablo (Iglesias) no es razón para taparse la nariz ante la pestilencia, ni lo es la mención tardía, mínima y electoral del terror nacionalista que me recordaba el otro día el presidente provincial Pablo (Zalba) en un simpático mensaje. Les importa ganar, importan los escaños, y no importa qué se haga, salvo, y sólo a ratos, las cuentas. Pero a algunos sí nos importan algunas otras cosas.
1. Educación. El ministro Méndez de Vigo está renunciando en la práctica a la aplicación nacional, única y directa de la Ley de Wert, de sus programas y de sus reválidas. Por supuesto que la culpa es de Wert, sus complejos y lentitudes en gran parte, pero más aún de Rajoy, que tardó, que la castró y sobre todo que está dispuesto a renunciar a ella. Si usted quiere una educación nacional, de calidad, con contenidos, sin medallas a los proyectos multiformes y a la integración del fandango en las aulas, sin clanes de directores ideologizados y prepotentes o con una lengua nacional única, no puede votar al PP, que teniendo mayoría absoluta no ha cumplido del todo ni siquiera lo poco que empezó a intentar.
2. ¿Aborto no? Pero no se sorprenda usted, pues ¿cómo iba a dar la cara por la educación española y la superación de la basura de la LOGSE quien no ha dado la cara por el derecho a la vida? La opinión de Villalobos se impuso al intento de Alberto Ruiz Gallardón, y eso que era confuso, enmarañado e incompleto. El PP con Rajoy ha tenido mayoría absoluta y ha podido derogar las leyes abortistas de Felipe González 1985 y de José Luis Rodríguez Zapatero 2010. No lo ha hecho y las ha mantenido, porque los cálculos electorales –hechos de aquella manera- han importado más; y más aún, las voces y los gestos disidentes han sido castigados dentro del mismo PP. Si usted defiende el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, usted no puede votar a este PP, y desde luego no tendrá puesto en las listas salvo que calle y acate, como Ana Mato, salva sea la parte Gürtel de Jesús Sepúlveda.
3. Corrupción. Yo no creo que ahora haya mucha corrupción, es decir no mucha más que en otros momentos de nuestra espléndida vida democrática. Pero la hay, y más aún porque tenemos una clase dirigente de calidad baja y menguante. Desde las concesiones ferroviarias del XIX, el caciquismo, el escándalo del estraperlo en la República, Roldán, PSV y todo lo demás con la PSOE, Pujol, las autonomías, los sindicatos y los partidos profesionales, parlamentarismo implica corrupción impune y viceversa. Desde luego que los ERE andaluces y sindicales son más caros para el contribuyente que las cositas del septuagenario y dicharachero ex Príncipe de España, de la Infanta, de Barberá y del mismo Luis Bárcenas. Pero esas cositas están ahí, y demasiadas veces se ha castigado al menos culpable o al denunciante, y los grandes corruptos no se han suprimido. Que sea mal de muchos no excluye la responsabilidad del PP de Mariano Rajoy.
4. Una nueva casta no-tan-joven, con ideas usadas de la vieja izquierda. Si votamos PP votamos a unos candidatos que para serlo han tenido que demostrar carecer de principios o en todo caso subordinarlos a los cargos. Ha habido, una y otra vez, limpiezas ideológicas –de defensores de la vida y de enemigos del separatismo, por ejemplo- y entradas y ascensos de todos los devotos de la morralla dialogante, moderadita, abierta a dar por buenos los principios y programas de la izquierda. Tuve un amigo, José María Lassalle, ahora separado de su sorprendente matrimonio con la cabeza de lista del PSC, Meritxell Batet, y unos cuantos más a ambos lados del Ebro a decir verdad, que se lo pueden explicar mejor. Con cada uno de sus actos de gobierno y de administración, con cada gesto de sumisión a la corrección política y cultural de la izquierda, dan razones para no votar.
5. Batasuna y ETA van ganando. El PP de Mariano Rajoy tuvo una legislatura gobernando con mayoría absoluta y lleva unos meses gobernando provisionalmente. Bildu-Batasuna sigue siendo legal. Arnaldo Otegi está en la calle. Los etarras salen de la cárcel y son aclamados por los suyos. Se equipara a las víctimas con los asesinos abertzales y no hay castigo. No hubo sitio para María San Gil, no lo hay ni siquiera para Jaime Mayor Oreja. El programa abertzale máximo es de curso legal. Se pudo hacer todo para impedirlo; no se hizo, y siguió el proceso iniciado por Zapatero. Nada hace pensar que otra legislatura vaya a cambiar las cosas, si nuestro hermano en la fe y Ministro del Interior Jorge Fernández Díaz no las ha querido cambiar antes, gestitos aparte.
6. Sumisión exterior. Dirige nuestra diplomacia el veterano José Manuel García-Margallo, democristiano no arrepentido y por tanto sospechoso seguro de conspiración y corrupción, ucedero sin perdón, profesional de la política y más aún de los pasillos, abierto a todos los grupos de poder de dentro y de fuera de España. Rodeado de su corte de los amigos y de los milagros, ha presidido una época de impotencia exterior de España. Sencillamente, nuestra política exterior es la que se nos ordena que sea. Defendemos los intereses de los demás, todo vale en nombre de la subordinación occidental e ideológica, sin pensar en España a largo plazo. Alguien se beneficiará de ello, pero no será la nación como tal. Puede alegarse que esto era igual o peor con Zapatero pero ¿no se le criticaba por eso y se prometía un cambio a mejor? No llegó en 2011 y no merece la continuidad ni la política ni el ministro, al menos no con el voto de los que no son ni centroides ni democristianos ni devotos por las mañana y sorprendentes por la noches.
7. La economía nacional no arranca. La gran baza de Mariano Rajoy era anunciar el fin de la crisis y la salvación de España. Pero esto tiene tres graves objeciones. La primera y principal es que la economía no es ni debe ser, salvo que uno sea un materialista y lo reconozca, el centro de la acción pública. AP no nació así. La segunda es que, por afable que sea el hombre, uno no puede poner de Ministro de Economía y Competitividad a Luis de Guindos; no por sus ideas y creencias, sino porque antes de la crisis dirigía en España y Portugal Lehman Brothers, y porque ahora se nos va a un laticargo exterior, sin haber terminado su tarea salvo en las grandes cifras, todo cosas legales pero no muy estéticas creo yo. Y la tercera es la más sencilla de entender, incluso para ellos: y es que la crisis no ha terminado, y donde menos ha terminado es en España. Objetivamente, ir menos mal que otros y sólo en las grandes cifras no convierte la economía en razón, ni siquiera para los que, prescindiendo de la identidad de las derechas españolas, crean que la economía es lo principal.
8. ¿Por qué hablan de ‘Estado de bienestar’ y no simplemente de Justicia social? No creo que se haya recortado mucho, es más creo que se ha recortado poco; pero se ha machacado a la clase media española y a las clases trabajadoras españolas. Se gasta mucho, y más multiplicando la inmigración en beneficio de grandes empresas normalmente extrajeras, pero el Estado ha multiplicado sus servidores y sus gastos disminuyendo su eficacia. Los españoles de a pie están peor servidos y por más precio que antes, y es normal que las clases medias y sus hijos no quieran seguir pagando su propia ejecución. Y no es una revolución proletaria, sino una carísima destrucción de los viejos instrumentos de justicia social en provecho de las ideologías de la extrema izquierda. Entre el miedo a los poderosos y la sumisión a los progresismos, este PP no ha cumplido con su gente de siempre.
9. El caos autonómico, el derroche y los separatismos siguen creciendo. El Ministro de Hacienda Cristóbal Montoro ha ahorrado un poco, sí, con recortes salariales y reformas laborales, pero a la vez ese dinero lo da, según convienen a sus cálculos de partido, a las derrochadoras autonomías, empezando por las menos cumplidoras y las más hostiles. Nada se ha hecho para acabar con los separatismos y con sus planes ilegales. Nada se hace para garantizar la igualdad real en el trato del estado a los españoles. Para financiar el catalanismo otra vez, Montoro podría haber seguido trabajando para Abengoa y se habría ahorrado el triste espectáculo de la ejecución –merecida pero no por lo que se dijo- de José Manuel Soria. Se han puesto los negocios por encima del partido, y éste por encima de España.
10. ¿Vienen los rojos? Digan lo que digan los Pablos, no existe el voto útil. Las mismas políticas con distintos nombres y sólo ligeros matices crean la desilusión y la abstención. Si no quieres “memoria histórica” no votas al PP, que pudo derogar esa memez y no lo hizo. Si no quieres un peligro marxista no votas al PP, que ha generado todas las excusas para su éxito, y que creó a dedo el monstruo mediático que lo ha hecho posible. Si quieres al PNV gobernando en Navarra, a Podemos marcando la política de todos, a Bildu legal y a los etarras en la calle, con impuestos más altos y una sociedad más dividida en un país más débil, eso sí, puedes votar a Soraya Sáenz de Santamaría, porque Pablo Iglesias no es peor, y aunque lo fuese han demostrado en una legislatura que no querían detenerle sino utilizarlo, con gran miopía, para su propio beneficio.
¿Y van a decirnos "que vienen los malos"? Medio minuto con la bandera nacional, una foto hablando de ETA y una campaña para convencer a las abuelas de que volverá a haber checas no les eximen de sus culpas, entre otras la de la canonización laica en 2016 de los chequistas del 36, y la existencia de una Batasuna legal. Veremos qué 80 años del 18 de julio celebran sus protegidos de Podemos, y veremos si el PP entre tanto renace o agoniza.