Tamara Falcó, incapaz de cumplir lo prometido, vende a su hermana y a su madre
La hermana de Enrique Iglesias no supo respetar la promesa hecha a Isabel y a Ana: no hablar de ellas. Tamara, siempre sincera, no pudo resistir la tentación de dejarnos unas pildoritas.
A pesar de que su vida es más que conocida, Tamara sigue vendiendo. Aunque no tenga mucho nuevo que contar, su naturalidad ante un photocall y su incapacidad para dejar una pregunta sin respuesta –aunque sea divertida y de lo más pija- sirve para conquistar a los presentes. Entre ellos, un nutrido grupo de periodistas.
Esta Falcó llevaba casi un año sin presentarse ante la prensa. Demasiado tiempo. Y demasiado también callada y sin hablar de sus últimas experiencias vitales; sean con la religión, la Iglesia o en su ya que más asentada convivencia con Mario Vargas Llosa.
Y, precisamente, eso es lo que temía su madre. El cóctel molotov que, informativamente hablando, podía suponer una Tamara con ganas de prensa, una presentación como Dios manda y mucha vida privada que desgranar.
Estrella mediática
La conocida marca de bronceadores Hawaiian Tropic sabía lo que se hacia al elegir a Tamara Falcó como imagen de sus productos para este verano; la mejor manera para aparecer en numerosos medios de comunicación con sabrosos titulares.
Algo que también se temían su hermana, Ana Boyer, y su madre, Isabel Preysler. La conocen y saben de su sinceridad incontrolable. Tamara no piensa las cosas que dice, ni a quién deja vendida en el camino. Por eso, precisamente, Ana e Isabel le hicieron prometer antes de su baño de multitudes que no iba a hablar de ellas.
Y es la misma sincera Tamara la que nos lo reconoce entre risas. Sí, mi madre y mi hermana me hicieron prometer que no iba a hablar de ellas, pero me resulta imposible. Lo de mentir y esquivar las preguntas incómodas no va con ella.
La conocen y saben de su sinceridad incontrolable. Tamara no piensa las cosas que dice
Aún así, Tamara consiguió fintar tener que dar detalles sobre la vida de su hermana Ana, como es su reciente abandono del trabajo y la forma de llevar la llegada de Mario a Villa Meona a los pocos meses de morir tito Miguel. Para ello, lo mejor era recomendarnos que preguntemos a Ana en la aparición que tiene prevista la próxima semana.
Y sobre su madre, pinceladas generales acerca de la suavidad peruana de Mario a la hora de tratarlas y lo buena que es la convivencia. Incluso se aventuró a reconocer que el hecho de que Hacienda esté investigando a Isabel Preysler no es malo; malo sería que encontrasen algo en su contra.
Menos mal que Tamara no tuvo que afrontar las especulaciones sobre una supuesta y futurible boda entre Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler. Sobre todo, al saber que Mario ha conseguido ya en España el divorcio de Patricia, su (hasta ahora) mujer.
El reparto de los bienes de la pareja ha ido mejor de lo que esperaban: sobre todo para Patricia Llosa. El acuerdo ha sido más fácil de lo que esperaban, quizás, porque Mario ha cedido bastante. Será por las ganas que tiene de casarse con Isabel.