Lágrimas, gritos y sollozos en la segunda edición de Sálvame Fashion Week
Los colaboradores de la Corrala Show de Jorge Javier Vázquez se convirtieron en modelos por unas horas en el día grande de la segunda edición de su semana de la moda
Sálvame vivió ayer una de sus jornadas más destacadas. No solo por una audiencia millonaria que les acompañó durante cuatro intensas horas, sino porque se celebró el día grande de la segunda edición de la ya popular Sálvame Fashion Week. Una apuesta que sirve no sólo para descubrir a los colaboradores en un registro diferente, sino para impulsar la moda española. Se trata de una genialidad, criticada por muchos, pero alabada por la industria que admite que es una propuesta inigualable para mostrar sus creaciones en un escaparate por el que desfilan más de dos millones de telespectadores. Es, sin duda, la pasarela más importantes de las que se celebran en nuestro país en cuanto a repercusión y éxito.
Me emocioné con una emocionada Carlota Corredera que, vestida de novia, besó su anillo de casada en un gesto hacia su marido, el cámara Carlos de la Maza. Enterneció ver a Belén Esteban, ganadora por votación popular, intentando apagar el fuego de Kiko Matamoros, enfurruñado por tener que mostrar gemelo en el desfile playero. La de ayer es la Belén ingenua y emocionada que gusta y transmite. La que se aleja de los gritos y la chabacanería, la que se ilusiona porque Cristina Piaget la señale como modelo destacada del programa.
Me gustó comprobar la fragilidad de María Patiño ante la pasarela y la fortaleza de Gema López luciendo creaciones de todo tipo y condición. Resaltó la belleza de Lydia Lozano y la elegancia, casi extraña, de una Raquel Bollo espléndida. Terelu Campos, que ganó el desfile de los noveles, estuvo soberbia con un diseño de Agatha Ruiz de la Prada. No menos que su amiga Rosa Benito luciendo, con soltura y raza, una creación de mi querido Petro Valverde. Jesús Manuel Ruiz, que estalló un pantalón, se desquitó de la seriedad y paseó con garbo por la pasarela en la que también demostró desvergüenza Kiko Hernandez, que se las vio y se las deseó con Marc Giró, uno de los miembros del jurado.
Me fascinó ver a Raúl Prieto y David Valldeperas desquitados de su timidez abriendo uno de los desfiles. Y a Paz Padilla, destacada en el backstage, mostrando canalazo y metiendo cizaña gaditana. También a Omar Suárez, recién escritor, posando con todo aquel que se acercaba por el photocall en el que destacó la delgadez y serenidad de Tamara Gorro y la simpatía de Rocío Carrasco, ajena a las polémicas, que habló de su experiencia como maniquí en tiempos ancestrales.
Me divirtió el desfile de Paco Clavel, a punto de quedarse en gayumbos, y la presencia de Aurelio Manzano o Nacho Montes, siempre tan acertado en sus críticas de estilo. Igual que Carlos Lozano, brillante en su renacimiento televisivo. Rompe la pana con una profesionalidad incuestionable. Igual que Makoke que, atizada injustamente, sigue confiando en una próxima estación.