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Ada de Tarso

La alcaldesa de Barcelona ¿a visto la luz?. Tras alimentar ideológicamente a los ocupas, ahora se demarca de ellos y les suprime la financiación.

Incidentes en Barcelona provocados por los ocupas

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Barrio de Gracia, año de 2011: unos indignados ocupan una antigua sucursal de Caixa Tarragona, vacía desde la desaparición de su matriz como consecuencia de una fusión. En un expresivo ejercicio de la sofisticada imaginación que les adorna, bautizan inmediatamente su nuevo hogar con el nombre de Banc Expropiat (en realidad, los indignados nunca lo supieron, pero ese día sus odiados banqueros respiraron tranquilos: se habían dado cuenta de que a la muchachada del Che y las litronas le bastaba para calmarse con ganar sus batallas en el terreno del lenguaje).

Ayuntamiento de Barcelona, vísperas de las elecciones municipales de mayo de 2015 y del más que seguro desalojo del Banc Expropiat por orden judicial: el señor alcalde, don Xavier Trías, conmocionado aún por la debacle sufrida en las encuestas como consecuencia de los disturbios de Can Vies, da una muestra más de la ejemplar forma de hacer política que define a los íntegros, prudentes y sesudos líderes de Convergència i Unió. O sea, que para evitar los desórdenes callejeros que acompañarían al desalojo del Banc Expropiat y el consiguiente daño que tal suceso le supondría a las puertas de unas inminentes elecciones municipales, decide pagar a la sociedad propietaria del inmueble 5.500 € mensuales en concepto de alquiler (naturalmente, huelga decir que obtenidos de las arcas municipales).

El razonamiento del alcalde no puede ser más lúcido: ¿para qué hacer cumplir la ley, arriesgándose a perder sillón y pesebre, si se puede comprar la paz social con el dinero de los ciudadanos?

Sala de estar del señor Trías, frente a la televisión, en mayo de 2015: el señor alcalde acaba de enterarse, asombrado, de que ha perdido las elecciones a la alcaldía de Barcelona frente a Ada Colau, líder y referente moral de los indignados. Obviamente, don Xavier se olvidó de una elemental lección de la historia: si tu enemigo ha conseguido sustantivizar el adjetivo que enarbola para calificarse, date por muerto: hagas lo que hagas, perderás.

Ayuntamiento de Barcelona, enero de 2016: doña Ada decide no pagar a la sociedad propietaria del Banc Expropiat los mentados 5.500 € mensuales de alquiler. El argumento de la señora alcaldesa es impecable: "usaron dinero público para intentar tranquilizar una situación en un momento electoral". O sea, acusación en toda regla a su antecesor de haber perpetrado una malversación de fondos públicos para evitar un daño electoral.

Banc Expropiat, 23 de mayo de 2016: los Mossos d'Esquadra proceden al desalojo del citado local, con un saldo provisional de un detenido y quince heridos. La señora alcaldesa lo califica como “un asunto entre privados”.

La pregunta surge de inmediato: frente al poder de la ceguera que nos asola, alimentado por populismos rancios y nacionalismos delirantes, ¿será que la señora Colau ha visto la luz y se ha pasado al bando de la sensatez desde el campo de la más sórdida estulticia?

Desgraciadamente, mucho me temo que no. En realidad, doña Ada no ha hecho sino lo mismo que hizo en su día don Xavier: aparentar lo que no es. Así, ayer, porque se trataba de unas elecciones municipales, el burgués prudente necesitaba aparentar sensibilidad con las carencias de los indignados. Hoy, porque se trata de unas elecciones generales, la indignada necesita aparentar sensibilidad con los miedos de los burgueses prudentes.

Doña Ada no se ha caído del caballo camino de Damasco. Se ha limitado a cambiar de montura camino de La Moncloa.