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Belén Esteban o el juego de la manipulación: la irrealidad de la Princesa

La colaboradora de Sálvame vivió el pasado viernes una de sus noches más intensas desde que se destapara el escándalo que le separa de Toño Sanchís.

Belén Esteban en el punto de mira tras sus últimas declaraciones

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Belén Esteban reapareció el viernes en Sálvame Deluxe con una gran expectación. Pero Belén mintió. No contó la verdad. Omitió realidades que, para algunos, son de vital importancia. Erró al asegurar que su hermano, Cuqui, está en el paro. El mismo que ella contó que cobraba una pensión por invalidez. El mismo que ella explicó que ejercía de administrador de su sociedad. Unas afirmaciones que, quizás, podrían acarrearle un gran problema con las administraciones públicas.

Belén reconoció públicamente que sabía que Toño iba a percibir el 33% de su premio de Gran Hermano Vip, y no el 20%

Referente a los porcentajes cobrados por Toño Sanchís, la Princesa del Pueblo afirmó que su ex representante percibía porcentajes no acordados por contrato (siempre del 20%), pero confirmó que Toño iba a percibir el 33% del premio de Gran Hermano Vip: "Él no quería que yo donara el premio porque de los 100.000 euros, él se llevaba 33.000". Así mismo, se mostró en pantalla un contrato en el que figuraba que Toño iba a cobrar un 85% como contraprestación. Un documento admitido por Belén y que la rubia no explica con claridad. Quizás hubo un pacto tácito para percibir ese porcentaje para evitar que Hacienda embargara todos sus emolumentos. Una jugada maestra y habitual entre representantes y representados.

Belén y los periodistas afines llevan asegurando tres meses que la demanda está interpuesa, que no había cuantía y que se había admitido a trámite

Pero lo innegable es que Belén lleva mintiendo casi tres meses. Los mismos en los que lleva asegurando que la demanda contra Toño se interpuso el pasado ocho de marzo: "La demanda estaba puesta, pero hubo un problema con Toño Sanchís pero no se pudo poner". Una afirmación que no solo es una absoluta contradicción, sino que es un insulto para aquellos que, con mínimos conocimientos legales, saben que una demanda es válida con el registro de entrada.

Este que les escribe ha tenido grandes enfrentamientos con compañeros que, en su libertad, han mantenido públicamente que la demanda estaba interpuesta ante los tribunales. En concreto, la periodista María Patiño aseguró, en diversas ocasiones, que la colaboradora de Sálvame le había confirmado que, en efecto, la demanda se había admitido a trámite y que tenía el conocimiento, absoluto e incuestionable, que Sanchís había recibido la notificación en su domicilio. De igual manera hubo quien llegó a enumerar los cinco supuestos delitos cometidos por el concursante de Levántate, ahora inexistentes en la demanda presentada. Igual que las aseveraciones de ciertos periodistas que, durante los últimos meses, han mantenido que en la demanda presentada no se exigía cuantía alguna. Una categórica falsedad que ha quedado aireada sin que nadie, ni los periodistas afines ni la propia protagonista, hayan aclarado la situación y, por supuesto, hayan presentado las disculpas pertinentes a la audiencia. Señalan al resto de periodistas que mantenemos la presunción de inocencia y que enarbolamos la bandera de la libertad de expresión como única referencia.

Feroces críticas a los periodistas que cuestionamos la versión de Belén Esteban

Me tomo la libertad, si ustedes me lo permiten, de aclarar que yo no defiendo a ninguna de las dos partes. Belén Esteban se ha negado en mostrarme la documentación que obra en su poder pero obliga públicamente a la otra parte a mostrar sus cartas. Siempre ha sido elogioso que los periodistas transmitamos la versión de los protagonistas. Yo mismo he publicado en las principales cabeceras de este país, declaraciones y entrevistas a los principales personajes del coso rosa. Sin embargo, en este caso, quienes mantenemos contacto con Toño Sanchís nos convertimos en simples marionetas, en portavoces, en defensores, en pusilánimes periodistas. Es el ataque fácil en un conflicto en el que, pretenden, los periodistas nos convirtamos en personajes.

Desconozco las cuentas de Belén. También desconozco si Toño ha sisado a su ex representada porque, entre otros asuntos, solo he tenido acceso a la documental de una de las partes (como el resto de la manada pero en sentido contrario) pero tengo el derecho y la obligación de cuestionar las inexactitudes y contradicciones de un personaje que, de forma habitual, ha inventado pasajes de su vida.

Belén Esteban lleva más de quince años contando falsedades, algunas de ellas admitidas con el paso del tiempo

Mentiras que, quienes ahora la mantienen en un pedestal, divulgaban sin cortapisas en el pasado. Desde aquellas incendiarias declaraciones asegurando que abandonó a Jesulín tras ser víctima de malos tratos, o al romance inexistente que mantuvo con un árabe que le regaló un rolex que ella misma adquirió en un venta a plazos de El Corte Inglés. Por no recordar los tiempos en los que, ni corta ni perezosa, responsabilizaba a la diabetes de sus continuos ingresos hospitalarios, de los que luego dio habida cuenta en su libro de desmemorias. También fabuló un romance con un jugador de fútbol, las agresiones y vejaciones de Carmen Janeiro a su hija Andrea o, por qué no, las demandas que nunca interpuso contra María José Campanario y sus progenitores.

Más recientemente, Belén negó una relación sentimental con un antiguo amor de juventud que intervino en Sálvame. Dijo que no le conocía, que nunca había mantenido ningún tipo de contacto con alguien con el que, en realidad, había tenido un idilio de varios años. Cambió de estrategia cuando las pruebas gráficas le dejaron sin argumentos y tampoco pidió perdón por el engaño.

Cuestionar a un personaje como Belén Esteban no es ir contra Sálvame. Tampoco contra Telecinco. No les confundan.

Pero nada de eso ahora parece importar. Es como si los episodios del pasado hubieran desaparecido. Como si mi libertad de expresión terminara al nombrarla, como si poner en tela de juicio el testimonio de un personaje similar me convirtiera en un crápula, en un periodista miserable. Intentan hacer creer que mantengo un conflicto con Belén y que hago una defensa a ultranza de Toño. Que es una campaña contra un programa de televisión que siempre defiendo y apoyo (después de cuatro años como coordinador del espacio). Que no les confundan. Nada de eso hay de cierto. Cuestionar a Belén Esteban no es ir contra Sálvame. Tampoco contra Telecinco. Solo desarrollo mi profesión, poniendo en solfa a un personaje, como hago con otros tantos. No es una vendetta personal, solo es parte de mi trabajo.

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