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Imaginen una liga

Una liga donde todos se sintieran ganadores. Donde el primero tuviera que negociar con el cuarto para levantar el título mientras el segundo y el tercero no pudieran ni compartir vestuario.

¿Se lo imaginan?

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Imaginen una liga en la que el tercer clasificado pudiera fichar a todos los jugadores, con sus respectivos puntos conseguidos, de un equipo que ya hubiera descendido de categoría y que esta fuera su única manera de aspirar a ganar el título, y que fuera, también, la única salvación posible de este equipo descendido que estaría condenado al ostracismo.

Imaginen una liga en la que haya equipos que para conseguir un punto tengan que anotar cuatro veces mientras otros, con una canasta, se agencien cuatro.

Imaginen una liga en la que haya equipos que para conseguir un punto tengan que anotar cuatro veces mientras otros, con una canasta, se agencien cuatro. Imaginen una liga en la que una canasta conseguida en Cataluña o País Vasco valga más que una canasta anotada en Albacete.

Imaginen una liga en la que en un periódico los líderes sean unos y en el periódico de al lado los líderes sean otros. Es más, imaginen una liga donde los entrenadores y jugadores se dedicaran a comentar lo sucedido en otros lugares, qué sé yo, por ejemplo en la liga de Venezuela. Una liga en la que se hablara de todo menos de la propia liga. Una liga en la que en el transcurso de la misma nos mintieran sobre quién va en cada posición y cuántos puntos tiene cada uno.

Imaginen una liga con equipos que quisieran salirse de esa misma liga y montar su propia liga pero que esto lo hicieran a su vez, magistralmente, sin dejar de participar. Imaginen una liga en la que haya equipos que sistemáticamente emplearan todos sus esfuerzos en torpedear la propia liga pensando sólo en sus propios intereses. Una liga en la que algunos equipos se negaran a jugar en la misma pista contra determinados conjuntos. O una liga en la que dos equipos decidieran jugar juntos y, a la hora de saltar a la cancha, se dieran cuenta de que realmente son de deportes diferentes.

Imaginen una liga en la que haya equipos que robaran sistemática y literalmente a sus aficionados y éstos, en un alarde de estupidez colectiva, les siguieran apoyando y jaleando en las gradas.

Imaginen una liga en la que haya equipos que robaran sistemática y literalmente a sus aficionados y éstos, en un alarde de estupidez colectiva, les siguieran apoyando y jaleando en las gradas. Imaginen, también, una liga donde los patrocinadores estafaran y defraudaran a los propios hinchas de cuya pasión -y dinero- dependiera realmente todo, y que no pasara nada porque si fueras contra ellos amenazarían con abandonar la liga y llevarse su dinero a otras ligas. Una liga donde los patrocinadores estuvieran por encima del propio deporte, del juego, de la gente y de las reglas.

¿Se lo imaginan? Pues no imaginen tanto, que el 26 de junio ya está aquí.

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