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De Panamá a España, de Soros a Putin y del delito a la hipocresía

Los “papeles de Panamá” revolucionan la política… pero no la de Estados Unidos. Sí la de Rusia. Aunque poco. Y la de España. Y la de los Borbones, aún más.

Los Papeles de Panamá atacan a Putin y a los Borbones, al PP y a algunos líderes europeos… pero no a Obama, ni a George Soros. Una advertencia contra la rebeldía.

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Muchas veces una noticia nos dice más por lo que calla que por lo que en ella se lee. Hace no mucho nos sorprendieron los Papeles de Panamá. Luego dejaron atónitos a los ciudadanos españoles los Papeles de la Castellana. Sociedades pantalla, testaferros, paraísos fiscales, infracciones, delitos y en todo caso imperdonables errores éticos y estéticos de los empresarios, los actores, los comunicadores, la gente pública en fin incluyendo políticos, gobernantes, partidos… y regios personajes. En plena campaña, sin cesar y a ritmo controlado no se sabe cómo, los documentos ven a luz ante la mirada de los ciudadanos.

En vísperas de campaña, y previéndola –o quizás preparando sus consecuencias en las alturas-, Antón Losada escribió en El Diario que "los Borbones legalizaron más de cuatro millones de euros pagando apenas 73.437 euros en impuestos. Se sitúan incluso por debajo de la indignante media de una amnistía que ha recaudado apenas un 3% de los más de cuarenta mil de millones de euros teóricamente aflorados”. Se trata de algo tan sencillo como recordar que las sucesivas reformas fiscales efectuadas en España, también y sobre todo las del PP pero en beneficio de opulentos de todos los palos políticos, han coincidido con la crisis. Así que lo que aflora, ora en Panamá ora en Castellana, son las vergüenzas de una casta.

En cuanto a España, parece cierto que tanto los Bárcenas, los Rato y los Pujol como todo el cacicato socialista, coincidieron en los instrumentos de despiste fiscal con personajes como los herederos de María Cristina de Borbón-Parma, prima del rey emérito Juan Carlos, en valerse de una sociedad panameña, cuentas suizas y sociedades en Bermudas para escapar de Hacienda con dinero, acciones y joyas.

Vemos un PP mediáticamente cercado por la corrupción, de la Casa Real al exministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, con su nombre en los papeles de Panamá. Está bien saberlo. Pero ¿por qué sabemos esas cosas y no otras? ¿Por qué las revelaciones, sean las de Panamá sean otras, hieren a unos y prescinden de otros que sin embargo son tanto o más culpables? Porque no son revelaciones casuales ni inocentes, sino que se hacen, cuando se hacen y desde donde se hacen, para favorecer a unos y para perjudicar a otros, según determinados planes de cambio dentro de España y sobre todo fuera de ella.

Península (Planeta) publicó un libro no suficientemente leído que explica (quizá sin querer) en qué mundos nos movemos. En Los papeles de Panamá Frederik Obermaier y Bastian Obermayer contaron cómo el trabajo de cientos de periodistas, incluyendo españoles, e investigadores expertos, descubrió “fortunas secretas de primeros ministros, dictadores, empleados de la FIFA, altos ejecutivos, artistas, multimillonarios, e incluso el dinero oculto del entorno más cercano al presidente ruso Vladimir Putin”. Importante. Interesante. Fuentes anónimas que revelan masas ingentes de información… aunque quizá sea exagerando llamar “un triunfo del periodismo” al descubrimiento de que había fortunas fuera de lugar, de origen y destino dudoso u oscuro. Porque importa señalar la clave siempre negada del asunto panamá: que había información de unos sí y de otros no, y que esa presencia y ausencia era todo menos casual. Que estaban presentes Vladimir Putin, y algunos políticos, algunos peperos (pero no todos), pero por ejemplo ningún amigo de George Soros y de sus planes.

¿Es eso casualidad? Ciertamente no. También Wikileaks lo ha dicho –lógicamente- detrás de los papeles de Panamá hay un ataque de Estados Unidos, y en particular del entrono mundialista de Obama y de George Soros, contra Putin. No creo desde luego que Julian Assange sea un santo pero hay muchos intereses, financieros y políticos, implicados. No es casual que de repente se revele una parte del archivo digital de Mossack Fonseca, y que conozcamos secretitos de las sociedades offshore… pero sólo de algunas, y de las de algunos. Son 11 millones y medio de archivos digitales sólo en ese paquete, trabajados a través del software de Niux y seleccionados para que unos queden bien y otros mal. Tanta gente, tanta información… ¡pero no hay políticos ni dirigentes norteamericanos!

Ante esta exhibición de poder sólo caben dos salidas: o la resistencia –de quienes a su vez creen tener la fuerza para resistir, como Putin- o la sumisión, como están haciendo los políticos occidentales tocados por Panamá, como el propio PP. Esto no quiere decir ni mucho menos que el PP sea más corrupto que sus rivales. Seguramente lo contrario es cierto. Significa más bien que recibió, como la familia Borbón y otros, una severa advertencia a través de Panamá y después ha agachado las orejas y callado a cambio de no recibir más. Eso sí, sólo en un ejercicio colectivo de hipocresía podemos seguir pretendiendo que queda soberanía y capacidad de decisión donde ambas cosas se han eclipsado ya hace tiempo. ¿A cambio de una triste mayoría relativa en junio? Quizá ni valga la pena, dirán en Moscú.

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