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Ja, ja, ja

El hecho es que para muchos la UE se ha convertido en el trasunto de Europa. Es muy evidente que el triunfo del Brexit “está vinculado a la gestión de la crisis de los refugiados.

El primer ministro británico, David Cameron, este viernes anunciando su decisión

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Es curioso escuchar opiniones similares sobre el Brexit a Carlos Herrera en Cope, a Maite Pagazaurtundua, eurodiputada de UPyD, a Ahora Madrid del ayuntamiento “carmenita” o a Pablo Iglesias (Podemos viajó al UK para hacer campaña por el “remain” con los laboristas). Milagrosamente, todos se habían puesto de acuerdo y, con sus matices y razones, finalmente concluyeron que la Unión Europea es maravillosa.

Ha sido imposible, sin embargo, que se pongan de acuerdo en afirmaciones como que “España es una nación y no cincuenta”, que “con el terrorismo no se negocia” o que “no se puede tolerar que los para-terroristas o los que quieren destruir el país utilicen las instituciones de todos”. Sí que están de acuerdo, como decimos, en las bondades de la UE.

Pero hoy parece que esa misma UE no es tan “maravillosa” como nos dicen, al menos no para la mayoría de los británicos. Me pregunto donde quedarán ahora los consejeros áulicos de tantos medios que vaticinaban la victoria de los partidarios de quedarse –“holgada” calificó el responsable de informativos de COPE, desplazado a Westminster al efecto, la victoria del “remain”.

Según muchos de estos, la opción de abandonar la UE era “insensata”, “aventurera”, “populista”, etc,. ¿Cómo se puede aventurar semejantes estimaciones radicalmente erradas? ¿Olvidan acaso que en democracia no existe criterio superior al de la mayoría? Más concretamente: ¿cómo puede ser que la opción democráticamente asumida por el electorado sea calificada de “absurda”, “insensata”, etc?

En palabras de Carlos Herrera, “los referéndum (sic) los carga el diablo”. Afirmaciones de este tipo son representativas de esa idea tan extendida según la cual solo son “democráticas” las opiniones propias, y no las ajenas, y existen cosas que nunca deben consultarse si se prevé que lo que salga no va a ser de nuestro agrado. Por este tipo de argumentos no se consultan cosas como si usted desea o no que su país se transforme en un califato o que los separatistas circunscriban su “derecho a decidir” a los que a ellos les parece, y no a la totalidad de los españoles.

Toda esta extensa panoplia de irracionalidad y de opiniones escandalosamente erradas está destinada a ocultar el hecho de que una masa creciente de europeos percibe a la UE como el origen de problemas reales para su existencia como personas libres. También está destinada a ocultar el hecho de que los medios tienen una creciente dimensión propagandística, en línea con los cárteles a los que se deben, antes que la tan cacareada misión de informar.

Crisis de los refugiados

El hecho es que para muchos la UE se ha convertido en el trasunto de Europa. Es muy evidente que el triunfo del Brexit “está vinculado a la gestión de la crisis de los refugiados que ha liderado Bruselas. Para los eurócratas, si hay cuatro millones de refugiados que se dirigen en masa a Europa, la única opción es asegurar los medios para reubicarlos y, solo en el caso de no disponer de esos medios, se les devuelve a una Turquía a la que se le garantiza poder desplazarse por Europa sin visado, hasta que poco a poco se les pueda “integrar” en Europa.

Por lo demás, ni una sola idea crítica sobre las causas reales que llevan a millones de personas a abandonar sus hogares, razón por la cual es muy posible que una vez realojados los cuatro millones de refugiados, dentro de, digamos, cinco años, aparezcan otros cuatro. ¿Tiene sentido algo de esto? Pues no. Por eso el “partido estrella” antiinmigración del Reino Unido, el UKIP –y no el extravagante Boris Johnson-, ha sido el gran triunfador del referéndum.

“Populista”, “insensato”, “aventurero”, etc, dirán. Pero esto no cambia la idea de que la mayoría de los británicos se siente amenazada por la UE, así que, en vez de repetir cantinelas aprendidas, bien harían en reflexionar críticamente sobre lo sucedido. De paso- y el consejo es gratis- nos gustaría añadir que con el término “populismo” va a suceder igual que con el de “fascismo” porque hoy, todo el mundo es el “fascista” de alguien y precisamente por eso es un término que carece de significado útil.

Así las cosas, es especialmente estúpido hablar de los “populismos” porque la Europa “solidaria”, “justa” y defensora de los “derechos humanos” de “podemos”; es decir, la Europa de puertas abiertas con los refugiados, es solo una versión extremada de la UE oficial que pretende realojar a millones de refugiados en los próximos años. Son precisamente esas ideas tan queridas a la izquierda en general y a “podemos” en particular las que han hecho posible el Brexit. De ahí que intentar acuñar la etiqueta “populista” para uno y para su contrario solo da prueba de la estupidez de tanto “creador de opinión”.

Es posible que puedan esgrimirse argumentos de tipo económico pero, dado que no existe como se cree una “ciencia económica”, es posible también que los “analistas económicos” se equivoquen como se equivocaron otros “expertos” en evaluar las encuestas. A este respecto recuerdo las críticas, hace años, suscitadas por la inyección de miles de millones de rublos y de libras de los Bancos Centrales de Rusia e Inglaterra.

Según decían la inflación galopante estaba a la vuelta de la esquina pero finalmente no pasó nada. ¿Sucederá ahora igual? Ya veremos. Pero lo que es seguro es que en el ánimo de la mayoría de los británicos ha pesado más convertirse o no en un Haarlem multiétnico que los argumentos macroeconómicos de ciertos analistas. Igualmente, una mayoría –con los datos en la mano- prefiere afrontar una posible Escocia independiente antes que la República Islámica del Reino Unido. Resulta sorprendente que muchos hablen de la amenaza en ciernes de la destrucción del Reino Unido por los separatistas escoceses pero nadie diga anda de la destrucción por la inmigración masiva.

Por todo ello, muchos se alegran profundamente de que se haya dado un severísimo toque de atención a la Comisión, al Parlamento y al Consejo de la Unión Europea. Guste o no, esta respuesta, contestataria, forma parte de la misma queja, de la misma protesta que empieza a extenderse por el mundo occidental con la aparición de partidos que no se ubican ni en la derecha liberal ni en la izquierda más o menos cavernícola.

Ellos son los verdaderos partidos antiglobalización. Ahora sí que los tiempos están cambiando pero lo “mejor” está por llegar: el punto de inflexión de toda una época tendrá lugar el próximo 8 de noviembre en los EEUU, si triunfa un candidato que vuelva obsoletas las políticas de la elite neoconservadora y demócrata. Pero de momento, vaya por delante una gran carcajada. Que sirva para que algunos, de una vez por todas, utilicen su cerebro sin reparar en los prejuicios de la propaganda.