Alba confirma el episodio más dramático y deja a Feliciano fuera de juego
La situación no es tan agradable a pesar del último desmentido del deportista. Alba planta cara y reconoce que lo explicado en este periódico es cierto.
Feliciano López ha puesto rumbo a Rumanía. Será allí donde juegue su próximo torneo. Quizás tenga más suerte que en sus últimas competiciones en las que no ha conseguido el éxito que se esperaba. Aun así, sigue siendo uno de nuestros deportistas más internacionales. Pero no sólo se desenvuelve a la perfección sobre el césped y la arena. También controla, con puntualidad británica, los tiempos en el mundo del corazón. Sabe cuando actuar. Y cómo hacerlo. Sigue la misma hoja de ruta que le marcaron cuando dejó sangrando al corazón de María José Suárez. La misma estrategia. El mismo ensordecedor silencio ante las preguntas de los reporteros.
Pero el tenista sí que habla. Ya no usa de correveidile a su hermano Víctor. Ahora lo hace en primera persona. Y sobre todo, para desmentir de forma categórica, una información que publiqué en exclusiva en este periódico que describía, de forma minuciosa, la mañana en la que Feliciano amenazó a su mujer con llamar a la policía. Juega al despiste casualmente en una noticia firmada por este que les escribe, con quien el toledano mantiene, inexplicablemente, una afrenta personal desde que enumeré los motivos reales de su ruptura sentimental. Y los que no he desvelado, parafraseando al indómito Jaime Peñafiel con aquello de que los periodistas tenemos mayor valor por lo que nunca explicamos.
No cabe duda de que Feliciano usa a los compañeros de fatiga para proteger una imagen que, en efecto, siempre se le ha presumido impoluta, ante el asombro de la ahora presentadora de Hable con ellas que, sin titubeos me reconfirma que el hecho que publiqué ocurrió innegablemente: "no sé por qué quiere desmentir algo así cuando sabe qué sucedió y que yo lo pasé francamente mal. Se está equivocando en dejarme como mentirosa", me dice clavando su mirada en la mía. Porque Alba no miente. Se percibe en su lenguaje no verbal, en la forma en la que se expresa con sus movimientos. En las lágrimas que todavía tiñen de tristeza su angelical rostro y, sobre todo, en la naturalidad con la que aborda los pasajes más complicados de su vida.
Está en un buen momento. Aunque, quizás, a ella todavía le cueste reconocerlo. Recibe clases a toda velocidad en el taller de presentadores de Jorge Javier Vázquez para que su estreno en la noche del domingo sea perfecta. Se está preparando a conciencia aunque haya quien, desde la vendetta, arremeta contra ella por aprovechar una oportunidad televisiva que, en otros tiempos, también le brindaron desde Amigas y conocidas. Y si ladran, que ladren.