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Animales

Lo ocurrido estos días en las redes sociales tras el fallecimiento del diestro demuestra la decadencia moral del género humano. Clama al cielo el acoso sufrido por su viuda, Raquel Sanz.

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No me gusta la tauromaquia. He leído cientos de argumentos a favor y en contra de la conocida como “fiesta nacional” y respeto a unos y otros en sus exposiciones defensivas.

Los animalistas merecen toda mi consideración. En una sociedad desnaturalizada y sin sentimientos, que existan seres humanos que luchan por la protección de los animales indefensos es digno de admiración.

Pero algunos sujetos utilizan la defensa de los animales para atacar a sus congéneres.

Lo ocurrido estos días en las redes sociales tras el fallecimiento de Víctor Barrio demuestra la decadencia moral del género humano.

Sujetos peculiares, por no tildarlos de manera manera despectiva, han aprovechado una trágica muerte para arremeter directamente sobre la familia y allegados del torero segoviano.

Aquellos personajes públicos que han osado defender la dignidad de Barrio, han sufrido los ataques despiadados de los trolls cibernéticos.

Frank de la Jungla, famoso por su protección a las causas animalistas, ha sufrido en sus carnes insultos y amenazas por defender la humanidad en el trato del diestro tras su trágica pérdida.

A la cabeza de este repulsivo movimiento se encuentra Pablo Hasel, rapero de cabecera de Podemos, quien ya fue condenado por enaltecimiento del terrorismo por incitar al odio en sus canciones, elogiando a los asesinos ETA, Grapo, Terra Lluire y Al Qaeda. Poco más hay que añadir sobre reconocido “artista”.

Merece especial mención el caso de Vicent Belenguer Santos, profesor en Cataluña, quien en un mensaje lleno de odio humilla y ultraja el honor y la diginidad del matador de toros. La propia Consejería de Educación afirma desconocer donde trabaja semejante “maestro” y en unas pocas horas se han recogido unas 200.000 firmas para su inmediata inhabilitación.

Clama al cielo el acoso sufrido por Raquel Sanz, viuda de Víctor Barrio, quien despedía en su cuenta de Facebook a su marido con un doloroso: “Se me ha ido la vida”. Desde aquí mis sinceras condolencias.

Son varias las asociaciones que han anunciado medidas legales contra los que atentan contra la honorabilidad de Barrio y la Fiscalía ya estudia la ilegalidad de algunas opiniones vomitadas en Facebook y Twitter.

Aquellos que se burlan y celebran la muerte de Víctor Barrio no son animalistas, son animales, con todo mi respeto para la fauna que nos rodea.